Este año
se cumplen 100 años de que fue escrito este libro por John Kenneth Turner.
Retrata la vida de los mexicanos en el siglo XIX, la forma de vida, la miseria,
la opresión. La mayor parte de los mexicanos no sabían leer ni escribir, los
trabajadores no tenían derechos; no existían sindicatos; las huelgas estaban
prohibidas, incluso se castigaba el intento de pedir aumento de sueldo. Turner
hizo dos profecías: México iniciaría una revolución en favor de la democracia y
Estados Unidos intervendría para proteger sus intereses. Cuando se escribió
este libro había cerca de 30 mil soldados estadunidenses que patrullaban la
frontera mexicana y barcos de guerra navegaban en la cercanía de nuestros
puertos.
La movilización de tropas fue ordenada por el
presidente Taft, al margen del pueblo estadunidense, sosteniendo que no había
ninguna violación al derecho internacional. Decía Turner que el objetivo de
escribir este libro era alertar a los estadunidenses de que la revolución que
se gestaba en México obedecía a causas profundas y evitar que hombres buenos,
trabajadores y valientes tuvieran derecho a vivir en libertad; pero, sobre
todo, impedir una intervención contra una revolución cuya justicia era
indiscutible.
¿Qué es México?, se preguntaba Turner. Llamamos
a México nuestra república hermana, la describimos vagamente como una república
muy parecida a la nuestra, habitada por gente un poco diferente en
temperamento, un poco más pobre, que disfrutaba de leyes republicanas; en
síntesis, un pueblo libre en el sentido en que nosotros somos libres. Pero
la gran sorpresa la encontró el escritor cuando descubrió que el verdadero
México era un país con una Constitución y leyes escritas y democráticas
como las nuestras, pero ni la Constitución ni las leyes se cumplían. Han pasado
cien años y, toda proporción guardada, hay una distancia brutal entre el país
legal y el país real. En mi primer viaje, escribe Turner, “fui acompañado
por Gutiérrez de Lara, quien me advirtió que en México existía la esclavitud.
Tomé mis precauciones para conocer la realidad con mis propios ojos y
escucharla con mis propios oídos. Gracias al señor de Gutiérrez de Lara estuve
en condiciones de observar y oír cosas que eran inaccesibles para el
investigador ordinario. Pude comprobar que sí existía esclavitud en México, la
encontré primeramente en Yucatán.
Los reyes del henequén sostienen que cuanto más
barato es el peón mayores son las utilidades para todos. De esta manera el peón
se convierte en esclavo. También me explicaron que este sistema no lo llamaban
de esclavitud, sino lo denominaban servicio forzoso de deudas, porque la
esclavitud es contraria a la ley; por eso le damos otro nombre que no sea
contrario a la Constitución. Este negocio, me explicaron, dice Turner, llámese
como se llame es legal. También me dijeron que era necesario pegarles a los
peones, porque no hay otro modo de obligarlos a hacer lo que uno quiere, si no
los golpeamos no harían nada. A las mujeres se les obligaba a arrodillarse para
azotarlas. Se golpea tanto a los hombres como a las mujeres. No recuerdo haber
visitado un solo henequenal en que no haya visto esta práctica de utilizar un
pesado bastón para picar, hostigar y golpear continuamente a la gente.
Resulta muy ilustrativa en el presente la relación
tan entrañable que se da entre los presidentes mexicanos y los medios de
comunicación estadunidenses; por eso es tan útil volver a la lectura de México
bárbaro. Conocer las cabriolas publicistas de William Randolph Hearst,
propietario de The Cosmopolitan Magazine. Conocer los negocios de
la Standard Oil mexicana, que era dueña de terrenos petrolíferos, tenía en sus
manos el mercado de distribución y la venta del petróleo de México.
El pasado 20 de noviembre recordamos el 102
aniversario de la Revolución Mexicana, escenificado por el Ejército Mexicano.
Fruto de una revolución vigente, y nos vemos obligados a recordar la
advertencia de Jesús Reyes Heroles de que hay un México profundo, que hay un
México bronco. La pobreza y la desigualdad están presentes. La riqueza
concentrada por el abuso, acaparada sin ningún miramiento con monopolios
vigentes que todos conocemos.
La pobreza
que agobia a 52 millones de mexicanos, de los cuales 12 viven en la miseria. La
pobreza ha sido un mal endémico del país. ¿Qué hacemos con los pobres? sigue
siendo una denuncia y una deuda moral. ese es e4l mayor reto que tiene Enrique
Peña Nieto a partir del 1 de diciembre y que tendrá que enfrentar bajo la frialdad de los
números un gran drama humano, que nos obligará por igual a todos los mexicanos.
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