El gran error del general Antonio López de Santa Anna,
fue no haberse muerto joven en alguno de los tantos combates en los que
enfrento a los insurgentes, a los españoles, a los americanos, a los
franceses o bien, frente a los liberales. Simplemente el destino le hizo una
muy mala jugada, pudo haber sido el gran héroe, no solamente
de la patria, sino del continente americano y se convirtió, para
su desgracia y la de este país, en el peor de los traidores, ¡el
mexicano más traidor y el traidor más mexicano!.
Antonio López de Santa Anna no vendió la
mitad del territorio mexicano. ¡Esa es una mentira¡.
La mitad del territorio fue despojada en una guerra
injusta a cambio de la indemnización de quince millones de pesos.
Cuando digo que el territorio nacional fue despojado,
debe entenderse por despojo como sinónimo de robo, arrebato, “venta
forzosa”, el territorio nacional por lo tanto, fue arrancado por los
invasores de 1847 de manera forzosa.
Los tratados de Guadalupe Hidalgo
(también llamados de amistad, paz y límites entre
la república mexicana y los estados unidos) fueron firmados
por el licenciado don Manuel de la Peña y Peña en el año de
1848. Cabe señalar que don Antonio López de Santa Anna, no era
presidente cuando esto ocurrió y tampoco tenía mando militar cuando
se celebro el vergonzoso tratado.
El generalísimo nunca reconoció a ningún
delegado, embajador, ministro, con el que se haya sentado a negociar la
paz. ¡Es cierto que días antes de la ocupación de Chapultepec,
en el entonces pueblo de Azcapotzalco, se llevaron pláticas de paz,
pero fueron interrumpidas, tan pronto se tuvo noticia de que el embajador de
los Estados Unidos - Trist - además de los territorios de California, Nuevo México y
Texas, exigía también, para la firma de la paz y el cese
de hostilidades, los territorios de Sonora, la Península de Baja
California y el istmo de Tehuantepec. Al
no haberse aceptado esas condiciones, tuvo como consecuencia la
posterior ocupación del Molino del Rey, Chapultepec y Ciudad de México.
Santa Anna, es
cierto, únicamente vendió en 1853 los territorios de la Mesilla
y eso porque no le quedaba de otra. ¡O los vendía a la “buena”
o perdía ese y otros territorios más, a la “mala”¡ así que prefirió venderlos en términos “amistosos”.
Por supuesto que se trata de una decisión que si bien pudo
haber sido cuestionada, fue lo más inteligente. ¡Figúrense nada
más¡. Por Texas, hasta antes de 1845, los americanos ofrecían diez
millones a cambio de no entablar guerra alguna y sin embargo,
estallo la guerra, trayendo como consecuencia, no solamente la pérdida de Texas,
sino también de Nuevo México y la alta California. No
quisiera pensar ¿qué hubiera ocurrido, si Santa Anna no vende la mesilla?,
¿qué otros territorios hubiéramos perdido?
Decir que López de Santa Anna era un agente de
bienes raíces es un error. No se tenía un concepto de “Territorio
Soberano”, como hoy en día se tiene. Era muy común en
esa época, hacer negociaciones sobre el territorio
mexicano, sin que eso significara ser traidor a la patria o perder la soberanía.
Por ejemplo, en el tratado de Mac Lane Ocampo, México cede
el libre tránsito por perpetuidad a los Estados Unidos por el istmo de Tehuantepec. Dicho
tratado, solo fue una “jugada política” del gobierno liberal de Juarez,
que le ha valido la crítica y hasta el calificativo de “traidor” a Juarez.
Siendo que dicho tratado, de haberse llevado a cabo, jurídicamente requería de
la autorización del congreso y ¡oh sorpresa¡ en ese entonces, no había congreso, por
la guerra civil que existía entre
conservadores y liberales, por lo tanto ese tratado, jamás se iba a
llevar a cabo.
Pero aun así, suponiendo, sin conceder, que
ese tratado se llevara a cabo, no debemos perder de vista que en aquel
entonces, el “mundo era más grande” y la sociedad “más pequeña”, México era
un país de ocho millones de habitantes y no estaba tan
comunicado como ahora. Si el istmo de Tehuantepec iba a permitir el
libre tránsito, realmente lo que los liberales pretendieron, fue
aprovechar las condiciones geográficas de la región,
para liberar económicamente al país y adelantarnos a
lo que hoy es Panamá.
Otro ejemplo y muy poco conocido, fue el tratado
internacional mediante el cual en el año de 1893, Porfirio Díaz, reconoce la existencia
de Belice para los británicos. Es decir, hasta antes de ese año, Belice era
parte de Yucatán y era muy frecuente que en esa región,
hubiera siempre revueltas separatistas, inclusive le debemos al generalísimo Santa
Anna, haber recuperado ese territorio que alguna vez se proclamara
“independiente” y todo para que años después, el general Porfirio Díaz
cediera Belice a la corona británica …. y a poco por ese hecho, le
dicen traidor a Porfirio Díaz. ¡Ni quien sepa hoy en día cómo México perdió Belice¡.
Además en aquel entonces, el territorio de
una nación, era parte del botín de guerra. Así ocurrió en
Europa, una vez que fue derrotado Napoleón Bonaparte, e
inclusive en Sudamérica, donde la república de Bolivia
pierde también su territorio por una guerra que se da entre
varios países sudamericanos. Así que era lógico que en
esa injusta guerra, en la que salieron victoriosos, los Estados Unidos se
apoderaran del cuantioso botín.
Antonio López de Santa Anna nunca reconoció la
independencia de Texas. En efecto, se dice que en 1836, Santa Anna por el
miedo a perder su vida, tuvo que firmar los tratados de Velasco con los cuales
el entonces benemérito de la patria, -López de Santa Anna- reconoció la independencia
de Texas.
Verdad distorsionada. Aunque haya
firmado esos tratados, Santa Anna, no era presidente y dichos
“tratados” nunca fueron ratificados ni por el presidente que despachaba en
palacio nacional en aquel entonces, don Miguel Barragán, ni menos aún, por
el congreso mexicano, conforme a lo dispuesto a las bases orgánicas de
1836, ley fundamental que regía la soberanía del país. Así que
lo que haya firmado el general Santa Anna, no tenía validez
alguna.
Pero aun suponiendo que esos tratados “fueran
validos”, que validez podría darse a dicho acto, cuando quien
los firma, se encuentra privado de su libertad, tratado como prisionero de
guerra y no como un jefe de estado. Es obvio que lo que haya firmado Santa Anna,
no tiene, ni jurídica, ni moralmente, valor alguno.
Antonio López de Santa Anna no fue un cobarde. .
Existe evidencia documental inclusive en los partes de guerra de los
americanos, que reconocen actos de heroísmo del general Santa Anna en
el campo de batalla. Por lo tanto, no resulta creíble la
historia de un militar cobarde y menos aún, el de un hombre, con una
personalidad megalómana e histriónica, como lo fue este señor, ansioso y
ambicioso de ser recordado en la historia, como el “Napoleón de Hispanoamérica”,
haya sido el cobarde que algunos historiadores reprochan.
Santa Anna pactó con los americanos para perder la
guerra contra éstos y con ello ceder el territorio mexicano. ¡Falso¡. Se dice
que Santa Anna pacto en cuba con un emisario del presidente de los Estados Unidos,
James Polk, para acordar su regreso a México y ocupar la presidencia,
a fin de “simular” una guerra y posteriormente, aceptar la cesión de
los territorios del norte de México (actualmente el sur de los Estados
Unidos). ¡Dicha teoría es fantasiosa¡ aunque a pesar de que
dicen que es cierto, porque “misteriosamente” burlo el bloqueo americano de Veracruz
para llegar a México, pierden de vista que santa Anna pudo
haber entrado a México por cualquier otra frontera. Por Yucatán, Campeche,
o inclusive, en cualquier costa de Veracruz. No necesariamente el puerto de Veracruz.
Si lo hizo por Veracruz fue por su megalomanía, no podía darse
el lujo de regresar a su patria entrando por la “puerta chica”.
Santa Anna cuando pisa el suelo mexicano, comisiona
a su secretario de relaciones exteriores, desconozca cualquier acuerdo antes celebrado,
que ponga en duda su honorabilidad, su patriotismo y la integridad del
territorio mexicano.
A decir verdad y en mi opinión particular,
Santa Anna “traicionó” a los Americanos, pudo haberles prometido una cosa,
pero cuando llego a México, hizo otra cosa. ¿Que se podía esperar
de este personaje?, No olviden que el generalísimo como decía una
cosa, decía otra. Un día amanecía liberal y al día siguiente conservador, en otro día era
simpatizante del federalismo y después del centralismo, luego
del federalismo y finalmente de la dictadura… ¡inclusive hasta llego a ser
juarista¡
¿Santa Anna es un traidor?.. En mi opinión personal,
creo que Santa Anna, pese a todo, fue un buen patriota. Su megalomanía, su
vanidad y soberbia, era mucho más grande que su patriotismo, o quizás, ese
era el motor a su propio patriotismo. Santa Anna escribió sus
memorias y nunca reconoció, ni acepto, ni pidió perdón, por
“haber traicionado a México”. Por el contrario, jamás acepto el perdón y
la amnistía que le concedió Juarez.
Santa Anna, solo era un personaje político de
los tantos que existen en la época actual. Un personaje que cambiaba
de camiseta política e ideológica a su conveniencia,
como los políticos que hoy tenemos, que cambian de
partido político o inclusive, hacen alianzas con estos, para
ganar elecciones y ocupar puestos en el poder.
Santa Anna es un personaje que quiso comprar la
gloria. Que por su terquedad, su “histrionismo”, su egolatría y
megalomanía, llevo a México a una guerra en la cual, jamás
traiciono a México, sino al revés, fue México quien
traicionó a Santa Anna. Fueron los soldados desertores, la pobreza
que siempre ha imperado en el país, la iglesia católica que
no coopero cuando se le pidió el apoyo, fueron los otros
generales que vieron por sus intereses personales, los bandidos de puebla que
trabajaron al servicio del ejército americano, fue la apatía, la duda de
la lealtad de Santa Anna, la politización, fueron varios los factores que
provocaron esta derrota.
Fue una época en la que todos los
actores políticos del país no pudieron conciliar sus
rencillas políticas en el peor momento de la historia
del país, en la que en lugar de haber mostrado unidad y patriotismo
inteligente, lo único que hicieron fue sumarse al caos, a la anarquía,
a la traición.