He
pensado mucho escribirte unas líneas donde pueda sintetizar lo grande que es mi
amor por ti, mismo que mi lenguaje corporal, en ocasiones no exhibe, así nos
educaste y somos poco de abrir nuestros sentimientos, más constancia diaria
siento de tu afecto por mí y a mi manera, intento demostrártelo, creo que
segura estas de ello.
Me
es difícil plasmar en un breve espacio toda una vida que tú me diste y que
juntos hemos compartido, no obstante que he abierto mis emociones
epistolarmente para otras personas, incluido mi Padre, mas contigo es distinto
por todo lo que representas para mí pero tengo el deseo y la obligación de
hacerlo, espero te guste y , disculpa que te tutee, cuando todos tus hijos te
hablamos de usted, mas se me facilita de esta forma el contenido y la expresión
de mis sentimientos.
Josefa
Sierra Damián, hija mayor de Efraín Sierra Vélez y Petronila Damián López ,a
escasos meses de llegar a las 8 décadas, te hago saber que el mayor orgullo que
tengo en la vida, es el de ser tu hijo y sentirme amado por ti, una persona a
quien la vida la ha dado alegrías y sinsabores , que la has enfrentado siempre
con valentía y coraje, que a tus 5 hijos, de los 8 que florecieron en tu
vientre, les procuraste alimento, cobijo pero sobre todo, amor, sentimiento en
ocasiones, que no ha sido reciproco en la magnitud de lo que mereces, mas tu
tendrás un juicio comprensivo para cada uno, mas yo, en lo particular, imbécil
seria si me atreviera a juzgarte, ese nunca debe ser el papel de un hijo a
quien la vida debe.
Gracias
a ti y a mi padre puedo estar en este momento, tecleando estas líneas y te
expresó que no concibo de donde te salió tanta fortaleza para superar la
perdida de tres de tus hijos, mi cuate y mis dos hermanitas menores y aun así,
sola, luchaste ante los embates que la vida te puso como prueba y a cinco niños
convertiste en adultos, que con nuestros defectos y virtudes ( en mi caso,
pocas) Somos personas bien intencionadas, útiles a la sociedad en la que
interactuamos y cada uno, a su manera, orgullosos de ser tus hijos.
Ante
tus momentos de flaqueza, derivados de la condición física en la que te
encuentras, pero más que nada por eso que tu y yo sabemos, saca la casta y no
te me quiebres, aun te necesitamos con nosotros para escuchar tu consejo, para
darnos aliento en los momentos difíciles que la vida cotidianamente nos pone y,
desde luego, por tu particular sentido de humor, muy Sierra, muy “Zardinilla”.
Somos más de lo que crees quienes te queremos y admiramos y el solo
presentimiento de tu partida, hace que mis ojos se carguen del líquido amargo
que se genera en el corazón y en el alma.
Mamá,
Madre, “Marucha”, Mamita, te admiro porqué siempre has sido una mujer de
trabajo y hasta que tus años te lo permitieron, luchaste incansablemente por
proveernos de más de lo indispensable y nunca me cansaré de agradecértelo y con
ello, pedir tu perdón por tantas ocasiones en que te he fallado o faltado al
respeto de forma verbal, sin que a justificación se intérprete, la vida pero
sobre todo la fortaleza para enfrentarla, no es la misma para todos. Discúlpame
las preocupaciones, dolores de cabeza y ofensas que mis errores te han causado,
nunca fueron hechos deliberados.
Son
tantos los recuerdos que tengo de mi vida a tu lado y no encuentro palabras
para agradecerte todo lo que hemos compartido, en particular, tus oraciones
ante mis momentos de incertidumbre o inestabilidad emocional; La ocasión en que
con esta cabeza dura, literalmente paré un
ventilador de techo y mi hermano Luis
Javier secó mi sangre y oculto las
toallas manchadas con la misma, tu, al llegar de trabajar y ver los
vestigios me despertaste angustiada y
cargándome y a pie, me llevaste a la clínica para que me curaran; Y Como
olvidar aquellos viajes a la capital del país en que del brazo te llevaba y te
desvivías por hacernos placentera la instancia con la familia; Tampoco olvido
tus ojos o mejor dicho, tu mirada, la primera vez que nos separamos, cuando
siendo un adolescente y por mi bien, tuve que partir a vivir a Xalapa,
Es necesario comentarte que el intenso abrazo
que nos dimos al momento en que te confirme la muerte de mi Padre, nunca se ha
vuelto a repetir y tu mirada, cargada de tu dolor y de impotencia por el mío,
presente lo tendré hasta mi último aliento.
Gracias Madre por los valores que me inculcaste, por la educación que
me otorgaste y por el inmenso amor que día a día me das, seguro estoy que el
creador del infinito y tu fortaleza, me permitirá tenerte y disfrutarte a mi
lado mucho tiempo mas y, nuestras alegrías y melancolías gemelas, seguirán
caminando de la mano. Le amo Madre. Le envío perennemente mi cariño, que por
mucho que es, nunca podrá igualarse al suyo. Atentamente… Tu Chuchin.
P.D.
Sé que a todos nos dices que somos tú
consentido… Ambos sabemos quién es el verdadero…