“El Monitor del Carmen” diario de circulación local,
en su edicion del domingo 11 de noviembre de 1934, relata “La
espantosa tragedia marítima” que provocó el duelo en Ciudad del
Carmen, Campeche. El mismo diario , relata la tragedia que enlutó a
toda la población, toda vez que “Jamas la historia de la Isla de
Tris, hoy la Perla del Golfo, se había registrado una catástrofe
similar...” Inicia la nota señalando que “Con motivo de que
próximamente se ausentará de esta ciudad el distinguido caballero
Don Ernesto Padilla E. Adminsitrador de la Aduana Maritima, la H.
Planta de empleados organizaron un pic-nic en la panorámica granja
de la “Manigua”, a la orilla del mar y al Sureste de la Ciudad;
para cuyo festival fueron invitadas distinguidas damas y señoritas,
así como el insigne y prestigiado diestro mexicano Don Luis Freg y
los artistas del mismo género, don Ignacio González (Armillita IV)
y Don Alberto Pérez (Juanillo).”
Historiadores de prestigio como el cronista de la
Ciudad, Daniel Cantarell Alejandro y Armando Ceballos y Borjas (QPD)
coinciden en que la marejada, provocó que las 2 lanchas, de nombres
“Hiram” y “Marina”, chocaran y zozobrarán a escasos metros
de la orilla y la obscuridad y la falta de pericia para nadar,
provocó la tragedia que enlutó a toda la población y, en
particular, a más de 20 familias que perdieron a sus seres queridos,
ahogados, en tan lamentable suceso.
El cartel taurino señala que la corrida de toros se
llevó a cabo en la plaza que llevaba el mismo nombre del “Rey del
acero”, señalando, quizás premonisoriamente, “ Toreará y matará
en una corrida de Toros que jamás se olvidará” y, en efecto, no
se puede olvidar en el mundo taurino ya que fue la última que tan
valeroso matador de toros, hiciera el Paseillo en un redondel.
Escritores taurinos de otras latitudes han señalado que el también llamado “Rey del estoque” murió devorado por las fauces de un
tiburón, nada más falso, en virtud de que en la Laguna de Términos no habitan tiburones, lo cierto es que murió ahogado, tal vez ante
la desesperación de quienes no sabían nadar, o la obscuridad que no
le permitió visualizar hacia dónde nadar los escasos 20 metros que
lo separaban de la orilla más cercana. Su cuerpo apareció dos días
después de la tragedia, siendo sepultado en el panteón local, mismo
en el que sus restos permanecieron durante un tiempo, hasta que
familiares vinieron por ellos, trasladándolos al Distrito Federal.
Luis Freg volvió de la muerte varias veces. Sufrió de
los toros 123 percances, 56 cornadas -muchas de ellas gravísimas-, 6
veces estuvo a punto de morir y en 4 ocasiones lo sacramentaron en la
misma plaza. Horrorosas cicatrices cruzaban su cuerpo en todas
direcciones, sobre todo de las ingles a las rodillas. Sin embargo, en
aquel fatídico día de alegre convivencia lo alcanzó la muerte,
aquella de que tantas veces había escapado de sus garras.
Paradójico.
El escritor taurino, Ignacio Solares, en su obra “ Las
cornadas”, señala que un 23 de septiembre de 1923, en Madrid,
España, el toro Pescador, de los Herederos de Esteban Hernández, lo
hirió de mucha gravedad en el tórax, con rotura de la pleura. Sin
embargo, permaneció en el ruedo hasta que mató al toro, que le dio
otra cornada en el muslo izquierdo, para variar, al entrar a matar.
Los médicos creían que se moría. Duro 2 meses en el sanatorio
hasta su recuperación total. Se cuenta que durante aquella cornada,
al sentirse herido en el pecho, se acercó a la barrera y le dijo a
su mozo de estoques: ve por un sacerdote porque cuando entre a la
enfermería, después de matar al toro, voy a estar gravisímo. ¡De
ese temple era Luis Freg!
Fue también el primer torero mexicano que cortó un
rabo en España, en Algecerias, a un toro de Gonzaléz Nandín,
alternando con Juan Belmonte, Limeño y Morenito de Algacerias, un 26
de junio de 1914. Otra de sus hazañas, la realizó al matar por
primera vez, un torero mexicano, 6 toros en solitario. Fueron 6 “
piedras negras” el 26 de febrero de 1911.
Durante el periodo gubernamental municipal 1989-1991,
una cercana familiar de valiente Torero, donó a la casa de la
cultura de Ciudad del Carmen , Campeche, un hermoso capote de
paseillo de terciopelo color azul, con pasamanerías en negro, así
como una coleta, entre otros avios de vestir que usara en vida Luis
Freg, al igual que más de 100 estupendas fotografías, muchas de
ellas ineditas, montándose una exposición que tuvo gran aceptación por los Isleños, no obstante que se ha perdido la afición taurina,
lamentablemente, un ladrón seudo intelectual, sustrajo ilícitamente
tan valiosos objetos con el único fin, dice la vox populi, de saciar
su patológico mal hábito de robar documentos u objetos historicos y
después, presentarlos como suyos. Al igual también desapareció una
lápida que se encontraba en el panteón “Último Paseo”, sitio
donde se encontraban los restos del diestro Armillita IV, quien por
cierto, no tenía ningun parentezco con la dinastía Armilla, de
apellido Espinoza, según me confirmó, hace años, el matador de
toros en retiro, Fermin Espinoza hijo, cuando fungía como apoderado
del reciente retirado Torero, Fernando Ochoa, con quienes compartí
el pan y la sal en amena tertulia que se prolongó varias horas.
Luis Freg ha sido uno de los toreros más valientes de la
historía, su valor era denso e infalible, no había aspavientos ni
melodramas en sus actuaciones, mataba a los toros dejándose caer,
con eficacia y sin pureza, con la indiferencia fatalista de quién
conoce el resultado de antemano; pero lo hacía con una seguridad
escalofriante, ejecutando la suerte con una mecánica precisa y
exacta, de quien da por descontado, que la muerte en forma de astas
pasará a milímetros de su vida sin lastimarlo.
Murió a los 46 años, tras 24 como matador de toros,
completamente pobre y ahogado en las tranquilas aguas de la Laguna de
Términos.
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