Como una manifestación de poderío y en un claro desprecio
hace la ciudadanía, autoridades electorales y lo que es más grave, hacia la
democracia, Televisa y TV Azteca han decidido no transmitir en sus cadenas
nacionales el debate entre candidatos presidenciales programado por el
Instituto Federal Electoral (IFE) y acordado por todos los partidos políticos,
para el próximo 6 de mayo a las 8 de la noche.
A esa hora, la empresa de Emilio Azcárraga Jean transmitirá
por el canal de las “estrellas” el reality show “Pequeños gigantes”, mientras
tanto que la televisora de Ricardo Salinas Pliego difundirá por el canal 13 el partido de liguilla del
torneo de clausura, Morelia- Tigres de UANL.
Si ese amago se concreta, estaremos ante una de las más
descaradas muestras del poder televisivo utilizado en contra del interés
nacional y en derecho a la información perpetrada por unos concesionarios cuyo poder factico –paradójicamente- deriva
de la explotación comercial de un bien público, como lo es el espectro
radioelectrónico a través del cual expiden sus señales.
La medida constituye un claro ajuste de cuentas de las
televisoras contra los poderes constitucionales por la aprobación de la reforma
electoral del 2007 que las cuales impidió del millonario negocio de la venta de
spots a los partidos políticos y que prohibió a particulares contratar espacios
para propaganda electoral, como una forma de evitar los abusos del 2006(recuérdese la campaña sucia del Consejo Coordinador
Empresarial contra el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador) y
mantener la equidad en la contienda.
Se trata, por complemento, de mantener alejados a los
ciudadanos de los procesos de decisión política que les conciernen. En efecto,
el conservadurismo y la despolitización de la sociedad que cotidianamente
promueve el duopolio televisivo con su programación de entretenimiento, es
coronado con esta nueva maniobra que podría privar a una vasta porción del
electorado quizá del único foro que les serviría para normar su voto mas allá
de los spots partidistas.
Silenciar el debate entre candidatos presidenciales, tendría,
además, el efecto de beneficiar al candidato favorito de los poderosos intereses que conforman la industria de la
comunicación y el entretenimiento. Ello, porque sin ese ejercicio de
confrontación de ideas, los electores seguirán a merced del bombardeo de
encuestas amañadas que un día si y el otro también, crean en la población la precepción
de que la elección ya está decidida y por lo tanto no queda más que sumarse a
la corriente pretendidamente mayoritaria.
Otro aspecto siniestro del episodio es la demostración
ostensible del control que las televisoras ejercen sobre las audiencias y del
favor que estas les dispensan, pues solo una pequeña porción de la población se
manifestado inconforme con la decisión de no transmitir el debate o lo que
resulta peor, con el sarcasmo o burla del dueño de TV Azteca, Salinas Pliego,
evidenciado en su cuenta de Twttier y declaración posterior.
A la mayoría el asunto parece no importarle y hasta agradecen
que no se les prive de su precaria diversión dominical sin tomar en
consideración de que en la emisión suprimida podría estarse decidiendo su vida
real y no la de otros, ficticia, tal y como sucede en las telenovelas.
Se dirá que las empresas de televisión están en su derecho de
manejar esos negocios de acuerdo a sus intereses y que en esa libertad pueden
elegir que difundir. Solo que no se trata de empresas cualquiera sino de
comunicación que cumplen-o deberían- una función social: la de informar a la
sociedad.
Mientras tanto, el IFE, por conducto de su consejero
presidente, Leonardo Valdés Zurita,
emite un pálido reclamo admitiendo que “hay concesionarios de medios de
comunicación que privilegian sus intereses económicos a la consolidación de una
democracia plena en México”. Demagogia pura que ofende las mentes pensantes de
nuestro país.
Por último, la apuesta real de las televisoras es más alta:
demostrar a la clase política y a los electores, que cuando se lo proponen, son
ellas las que tienen y ejercen el control real del país y sus ciudadanos.
Y que si se lo propusieran, incluso
podrían hacer que la gente olvidara que hay elecciones en próximo 1 de julio. Así de ese tamaño, a
partir de ese día, todo parece indicar, iniciara la etapa histórica en México
de un gobierno no constitucional sino factico. Qué pena y terrible para todos. ¿Tons
que? ¿debate o fut?
EXCELENTE!!! FELICIDADES, ERES UN MÁSTER DEL BOLÍGRAFO!!!
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