La llamada transición pactada
que hasta hoy padecemos se llevó de corbata los derechos de los ciudadanos. Así
como la reforma política de 1977 no incluía los derechos de libertad sindical o
contra el sistema corporativo que sustentaba al régimen priísta, así las
reformas electorales sólo fueron para los partidos, pero no para los
ciudadanos.
Si bien el amplio movimiento de
1988 logró reformas electorales en cascada y una nueva estructura partidaria,
que debilitaron la estructura e instituciones del fraude sobre las que yacía el
PRI durante el régimen de Ernesto Zedillo, la dirección del PRD cedió a incluir
los derechos de los ciudadanos y erróneamente considerar que tutelaba los
derechos de los ciudadanos.
En la llamada transición
pactada 1995-1996 se aceptó, a cambio de la inclusión en la clase política, no
sólo el abandono tajante de lucha por una política económica alternativa al
neoliberalismo, sino también la ampliación de los derechos políticos. A casi 15
años de gobiernos del PRD en la capital, se abandonó la lucha por el estado 32 y
el impulso a la incorporación de los ciudadanos en las decisiones. Las leyes
sobre participación ciudadana desde el PRD han sido un fiasco y lo que
fueron las aspiraciones a gobiernos municipales terminaron siendo cotos de
poder de las corrientes internas, que han ido cayendo una a una en manos del
PAN y amenazan caer al PRI, ante la falta de una perspectiva política de
verdadera participación democrática de los ciudadanos.
No obstante, en los usos y
costumbres de la partidocracia esto amenaza convertirse en un tianguis entre
los partidos para emprender –al margen del interés de la sociedad– la reforma
laboral, la de seguridad y la política.
En el caso de las tres, pero
principalmente de la última, el aplazamiento es por intereses de la
partidocracia, que se antepone al interés nacional. En la última no se le
encuentra la cuadratura al círculo, como se dijo desde 1982 sobre la reforma a
los medios y que aún ahora no se logra abrir la política de concesiones de
radio y televisión o se aplaza una y otra vez la reglamentación del derecho de
réplica, por citar un ejemplo.
Es claro ya que la paralización
del Poder Legislativo lo ha convertido en un poder fallido del Estado Mexicano.
Su atraso político se combina con su subordinación a la partidocracia y las
formas de reparto de posiciones dentro de la lucha por el poder, sin ofrecer
cambios en la sociedad. Los une blindarse y protegerse frente a una sociedad
expectante, dolida y excluida, sustituida por la estructura clientelar que
llena las plazas y las vacía sólo para satisfacer y demostrar poderío electoral
y escuchar las ambiciones de poder de personajes y partidos.
Mientras la moral del viejo
corporativismo se cae a pedazos, léase el SNTE o instituciones como el Issste,
las propuestas de reforma laboral no ofrecen cambios para elevar el valor de
los salarios ni liberar a los trabajadores del control de las cúpulas
sindicales. El PRI necesita las reformas del PAN, pero sin una mancha en el
plumaje. ¿Se imaginan las reformas que demanda Felipe Calderón en manos del PRI
el próximo sexenio?
En relación con la reforma
política, todos se usan de pretexto para no aprobar sustancialmente lo que
sería una reforma que permitiera candidaturas independientes. El PRI
fundamentalmente ya sabe de los beneficios que le otorga el abstencionismo,
pues en el modelo de la elección del Estado de México la gran abstención de más
de 52 por ciento obviamente lo benefició. A los partidos, en general, no les
interesa el número de votos, sino los porcentajes.
A los ciudadanos sin referentes
políticos claros y generales con capacidad para enfrentar al sistema de
partidos y su nula voluntad de cambio, el repudio no les basta como arma de
presión: necesitan construir y centrar una propuesta ante el nuevo atropello
que se avecina y pretende ser las reglas políticas del futuro.
Pese al aumento de la
conflictividad nacional, la partidocracia está cerrada y es incapaz de abrir
posibilidades económicas a través de la reforma laboral y derechos ciudadanos
en la reforma política. Con y sin periodo extraordinario del Congreso, se
construye un nuevo señuelo contra los derechos ciudadanos en general. A la
partidocracia no se le toca ni con el pétalo de una rosa.
Las dificultades en tiempo y
esfuerzo de unidad son muchas; sin embargo, la apertura no vendrá de la
partidocracia cerrada, sino desde la sociedad, que este 2012 está dando la batalla
a través de diversos frente como el movimiento juvenil soy# 132, el sector
empresarial y lo que se ha denominado “la prole”, que es donde estamos más de
24 millones de habitantes de nuestro país.
Es tiempo que convoca a los
demócratas, a los luchadores, a los escépticos a generar una nueva vía de
cambios, mediante el acuerdo y la propuesta. La partidocracia es uno de los
grandes peligros para México y un obstáculo para su futuro. Es por ello que
este primero de julio, ejerza su derecho al voto que en los tiempos actuales,
también se convierte en una obligación ciudadana.
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