El
verdadero riesgo para la democracia no son las acciones pacíficas que podría
emprender Andrés Manuel López Obrador después del 1º de julio, sino el fuerte
coletazo del dinosaurio si el PRI pierde las elecciones presidenciales. El
candidato de las izquierdas siempre ha defendido la vía electoral y pacífica
como el único camino para conquistar al poder gubernamental. En contraste, el PRIAN controla
las fuerzas militares y cuenta con tantos pactos y compromisos inconfesables
que muy difícilmente aceptaría una derrota en las urnas.
En contraste con la versión hegemónica divulgada
por los principales medios electrónicos de comunicación, López Obrador sí sabe
perder. Tanto en la elección para gobernador del estado de Tabasco en 1994 como
en las elección presidencial de 2006, el candidato llamó a la movilización
ciudadana pero jamás auspició la violencia. En ambos casos, López Obrador se
negó a romper con el orden institucional y recurrió a las instancias
correspondientes con la ley en la mano para impugnar la validez de la elección.
La grosera manipulación por Josefina Vázquez Mota en su más reciente spot del
discurso del candidato del PRD es, para decir lo menos, una afrenta a la
inteligencia ciudadana.
La marcha de Tabasco al Distrito Federal en 1994 y
la toma del Paseo de la Reforma en 2006 sin duda generaron
importantes molestias ciudadanas. Estas acciones también lastimaron la imagen
de López Obrador entre algunos sectores de la sociedad. Sin embargo, a la
postre tuvieron una contribución sumamente positiva a la democracia. Debemos a
estas expresiones ciudadanas, junto con el importante movimiento Zapatista en
1994, las históricas reformas electorales de 1996 y de 2007 que colocaron a
México a la vanguardia en materia de derecho electoral.
La verdadera preocupación no es cómo reaccionaría
López Obrador ante un resultado cuestionable el 1º de julio, sino como
respondería Peña Nieto si los ciudadanos acuden masivamente a las urnas para
expulsar al PRIAN del poder. El comportamiento del PRI durante
la campaña sugiere que este partido de ninguna manera estaría dispuesto a
aceptar su derrota. Peña Nieto, como Felipe Calderón en 2006, también pretende
ganar “haiga sido como haiga sido”.
La formidable iniciativa ciudadana Todos Contamos (contamos.org.mx), encabezada por Carlos
Gershenson y Amílcar Sandoval, ha recibido gran cantidad de información que
indica que el PRI ya ha iniciado una movilización masiva al escala nacional
para comprar votos, recolectar claves de elector, repartir despensas y
condicionar el voto ciudadano. También son cada vez más comunes las presiones y
los chantajes por el PRI a los medios de comunicación e incluso directamente a
los locutores y reporteros. Este sábado, el IFE aceptó el gravísimo e inaceptable error de
la duplicación de algunos folios de boletas electorales.
Si López Obrador se coloca a la cabeza en el conteo
la noche del 1º de julio, evidentemente se les antojará a los operadores del PRIAN descarrilar
la elección. Este grupo de poder ha demostrado una y otra vez que le interesa
más el poder que la democracia. Ésta es precisamente la razón de ser del
importante conteo ciudadano paralelo x Casilla (www.fotoxcasilla.com) impulsado por Víctor
Romero Rochín.
Hay que evitar a toda costa la
imposición de un nuevo Presidente de la República. El país simplemente no
aguantaría otra elección sin certeza. Con este fin, se ha conformado el Frente
Ciudadano en Defensa del Sufragio Efectivo para defender la legalidad, la
equidad y la autenticidad de la elección presidencial. Lo promueven académicos
y periodistas de la talla de Héctor Díaz Polanco, Julio Boltvinik, Lorenzo
Meyer, Epigmenio Ibarra, Carlos Payán, Víctor Flores Olea, Rafael Barajas,
Araceli Damián, Jesús Cantú, Víctor Romero Rochín, Sergio Aguayo, Irma Eréndira
Sandoval y Luis Mochán, entre muchos otros. Un servidor también tiene el honor
de formar parte de esta iniciativa.
Mañana martes, a las 10:30 horas en el
Club de Periodistas, este mismo grupo presentará los resultados de una encuesta
de preferencias electorales que demuestra que no es el periódicoReforma sino la mayoría de las otras casas encuestadoras
quienes están fuera de rango. Más
allá del impacto del debate de anoche, ya existe un empate técnico entre los
dos candidatos punteros.
Lamentablemente, en lugar de celebrar
la creación de este nuevo grupo ciudadano, el IFE lo ha querido ningunear y
descalificar. En un desplegado publicado a plana entera, los consejeros
electorales no se dignan a mencionar al grupo por su nombre o a contestar
nuestras cinco exigencias, sino que se esconden atrás de autoelogios
injustificados y evasivas irresponsables. También mandan a sus voceros de
oficio, como Ciro Murayama, quien en 2006 organizó el desplegado en contra del
recuento total de la votación, a golpear y a descalificarnos. Al visualizar a
la ciudadanía como su adversario, el IFE divide y polariza a la sociedad.
Recordemos que el principal problema
con las elecciones de 2006 no fueron las protestas de López Obrador, sino la
ilegalidad y la inequidad del proceso electoral, así como la falta de certeza
en los resultados. Hasta la fecha, los ciudadanos todavía no hemos podido
revisar las boletas electorales utilizadas hace seis años, aún después de una
larga lucha jurídica y social por la transparencia.
Las instituciones electorales
aparentemente no han aprendido de los acontecimientos de 2006. Una vez más, se
distancian de la sociedad y permiten que se enturbie el proceso electoral.
Nuestra única salvación sería la participación, análisis y movilización
ciudadana en favor de la legalidad y la equidad de las elecciones
presidenciales de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario