Este 28 de agosto se cumplieron 64 años de que Manuel Rodríguez,
mejor conocido en el mundo taurino como Manolete, perdiera la vida en
la plaza de Linares, España, dándole
muerte un toro llamado
“Islero”, de
la temida y prestigiada ganadería española de don Eduardo Miura, quien al
entrar a matar le propinara una cornada de tres trayectorias, destrozándole la
arteria femoral. Aunque era muy grave, la opinión actual es que su muerte
sobrevino a consecuencia del choque traumático.
Es decir, la sacudida había roto y descompensado el triangulo formado por
Cerebro-Corazón-Pulmones, debilitando las posibilidades de vida. Manolete
falleció unos minutos antes de
las cinco de la mañana. Sus últimas palabras al médico fueron: “don Luis,
ya no puedo ver”. Es pertinente mencionar que por la faena que le realizo al
burel que lo mato, hasta la enfermería le llevaron las orejas y el rabo.
Manuel Rodríguez Sánchez
nació en Córdoba, el
4 de julio de 1917. Hijo del Matador de toros del mismo nombre y apodo.
Desde muy
joven recorre los cortijos y las tientas de las ganaderías andaluzas, dando sus
primeros capotazos a la edad de 12 años. Sus primeras actuaciones son en 1930.
Después de una exitosa carrera novilleril recibe la alternativa el 2 de julio
de 1939 de manos de Manuel Jiménez, “Chicuelo”, fungiendo como testigo “Gitanillo
de Triana”. Confirma en Madrid el 12 de octubre del mismo año, siendo su
padrino Marcial Lalanda y
testigo, el revolucionario de la tauromaquia, Juan Belmonte.
Manolete en todas sus actuaciones dio
muestra de profesionalismo, pundonor, entrega y un enorme respeto por el público que asistía a
verlo torear. Las
multitudes, en cada corrida le exigían mas lo que propicio que le pegaran
varios “cates de caballo”, dicho en el calo taurino, o de consideración graves.
En el mundo de los toros es recordada la anécdota de la ocasión en que alterno
con Chucho Solórzano y
Silverio Pérez en
la cual, un toro llamado “cachorro”, numero 44, bicho que le hacía ascos a los
capotes, incertidumbres, coladas, pero contra ello, se quedo firmemente
plantado en la arena recibiendo
una cornada sobre el muslo izquierdo. Al entrevistarlo el recordado cronista
taurino Paco Malgesto ,
este le indico que todo el público había visto venir vencido al toro y
que con solo dar un paso atrás la cornada hubiera podido evitarse. Manuel Rodríguez
contesto que efectivamente, esa era la situación, pero que si el se hubiera
movido no se llamaría “Manolete”. De esa estatura y temple era el español.
Para finalizar, señalan escritores taurinos
de la época que Manuel Rodríguez “Manolete”
que aunque fue un torero corto de repertorio, existía en él un señorío natural,
carente de la afectación frecuente en
otros espadas. Su aguante y mando no han sido igualados. La quietud de sus pies
y el ritmo en el movimiento de los brazos daban a sus lances enorme
plasticidad. Como estoqueador fue excelente y ha sido uno de los toreros más
grandes que ha existido,
cuya personalidad perdurara para siempre. Como último apunte, la última plaza Mexicana
en que actuó fue en la monumental de Mérida, propiedad de la familia Palomeque,
misma que inaugurara otra figura del torero, don valor, Luis Freg,
pero esa es otra historia. Vaya la presente columna dedicada a quienes tienen deseos
de conocer la tauromaquia y aprender de su historia.
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