Eran a finales de los años
ochenta del siglo pasado, en mi época de estudiante universitario y mientras
cursaba la carrera de derecho en la Universidad Autónoma del Carmen (UNACAR),
siguiendo mis impulsos de querer ser participe de las decisiones de mi Universidad,
pero sobre todo, de tratar de corregir la descomposición en la que esta se
encontraba, el Consejo Universitario, cuyo Presidente era el entonces Rector,
Ing. Pedro Ocampo Calderón, emito la convocatoria para elegir por medio del
voto de los alumnos a su representante en el que era el supuesto máximo órgano
de gobierno de nuestra máxima casa de estudio, y participe teniendo de
contrincante a mi compañero de aula, Miguel Ramón Córdoba, actual secretario
general de uno de los sindicatos del H. Ayuntamiento, viéndome favorecido con
el voto del alumnado con una ventaja de casi mil votos.
En
motivo de la introducción es más que contar parte de mis vivencias
estudiantiles, comentar con usted, amable lector, como era la entonces
Universidad y tenga un parámetro para compararla con
la actual. De entrada, los alumnos que eran
directivos de las sociedades de alumnos pero en particular, de la federación
estudiantil (FEUCAR), gozaban de canonjías y prebendas tales como
calificaciones aprobatorias sin merecerlas; las concesiones de las dos
cafeterías que surtían de alimentos al estudiantado y en las cuales se vendían
aproximadamente cinco mil cajas de refrescos semanalmente. El dato
anterior, para que se den una idea de las cuantiosas ganancias que se obtenían;
también tenían vehículos a su disposición (camionetas, un autobús,) y la FEUCAR recibía un “subsidio” considerable lo que permitió a Ocampo
Calderón manejar los destinos de la UNACAR, hacia el despeñadero en todos los sentidos y la gran
mayoría de los miembros del consejo
universitario avalaban sus decisiones con una genuflexión
vergonzante.
Fue
una etapa negra con un nivel académico por los suelos, alumnos “maiceados”, maestros
apáticos y muchas manos externas metiendo mano y
tratando de desestabilizar aun más a nuestra alma mater. Se hablaba que
autoridades del gobierno del estado pretendían desaparecerla y convertirla en
un campus de la universidad autónoma de Campeche. También se especulaba que
Ocampo calderón la utilizaba de plataforma toda vez que pretendía ser
presidente municipal de Carmen no obstante su desarraigo.
Fue
en una sesión de consejo universitario cuando Ocampo calderón destituyo sin
ton ni son, al
entonces director de la escuela de derecho, Melchor ahumada Jiménez, ( y le
llamo escuela porque para ser facultad es necesario ofertar grados superiores a
la licenciatura, lo que no se brindaba en esos años,) y nombra de forma
interina a Martha kuri Abreu,
lo que provoco el descontento de los alumnos de derecho y, por ende, la
ebullición que permeo las otras escuelas y facultades. Fue el detonante
para que se manifestara y unificaran directivos de alumnos, “grillos”
manos externas, funcionarios del gobierno estatal y se hicieran un
paro generalizado solicitando la destitución del rector Ocampo calderón.
Después
de varios días de paro de labores y reinando la anarquía en la UNACAR, convoca
el aun rector a una sesión extraordinaria de consejo universitario teniendo
como único punto a tratar, la ratificación de Kuri Abreu.
En punto de las seis de la tarde, en las oficinas del consejo, ubicadas en la
rectoría, la aglomeración de jóvenes, orejas, chismosos y representantes de los
medios de comunicación, aguardaban con impaciencia la
conclusión y resolución del mencionado conclave. En el interior, Ocampo
calderón propuso lo previsible y el consejo con un voto en contra y los demás a
favor, designado
a kuri Abreu
como directora, designación que desdeño bajo el argumento de lograr que
regresara la normalidad a la UNACAR. Ocampo calderón, en ese momento se dirigió
a un servidor y pidió que le hiciera una propuesta en virtud de que era alumno
de la mencionada escuela. Su hábil actitud me tomo por sorpresa y mencione el
primer nombre que se vino a mi cabeza: Efrén requena Espinoza. Grande fue mi
asombro cuando de inmediato y de forma unánime, todos los demás consejeros,
incluyendo al rector, votaron a favor y designaron a requena Espinoza como
nuevo director.
La
decisión no fue aceptada por los dirigentes involucrados y el rector se excuso
con el argumento de que la propuesta había sido del consejero representante de
los alumnos. La situación se polarizo aun mas,
habiendo marchas estudiantiles, plantones en oficinas gubernamentales, generando
un conflicto social y
un dolor de cabeza para el entonces gobernador del estado, Abelardo Carrillo
Zavala quien no pudo sostener mas en su cargo a Ocampo Calderón pidiéndole su
renuncia y dando “línea” al consejo universitario, ya sin la presencia del
representante de los alumnos, para elegir a Luis Alberto Fuentes Mena, pediatra
y miembro prominente de la extinta agrupación política denominada “ los profesionistas”,
misma que en la actualidad tiene la misma fuerza que un Tehuacán
destapado.
Fuentes
Mena ratifica a Requena Espinoza en leyes. Inicia una serie de cambios entre
los que destacan la desincorporación de la escuela secundaria de la UNACAR y la
disminución de canonjías a dirigentes estudiantiles. Las aguas vuelven a la
tranquilidad. quienes
teníamos como único propósito el de contribuir a rectificar lo
que estaba torcido, retornamos a las aulas y a concluir con nuestros estudios y
el rector pudo iniciar un proceso de saneamiento pero sobre todo, de
vinculación con autoridades educativas y de gobierno, iniciando así, una nueva
etapa en la UNACAR.
Posterior a
ello, fuentes Mena obtiene
una diputación federal y es substituido por el Ing. Eduardo Reyes Sánchez,
prominente empresario y con una trayectoria intachable en todos los
aspectos. Puedo señalar sin temor a equivocarme, que es bajo su conducción
cuando se produce un parteaguas en
la UNACAR; hablar de ella es decir, antes de, después de
Guayo Reyes, como respetuosamente se le conoce.
Hombre
visionario y comprometido con su comunidad, Reyes Sánchez inicia la
transformación y el engrandecimiento de nuestra modesta universidad, tanto en
infraestructura como en calidad educativa, ubicándola en el escenario educativo
nacional y vinculándola con la paraestatal, petróleos mexicanos, (PEMEX), lo
que permitió lograr en gran medida, la autonomía económica,
tan necesaria para que se acabara el manoseo político que propios y extraños
hacían de ella.
En
un trabajo meticuloso e incansable, Guayo Reyes consolida a la UNACAR y
cumple con tranquilidad y estabilidad dos periodos rectorales , ganándose
el reconocimiento de los carmelitas y , también, el recelo de políticos, de
esos que abundan y que no pueden ver ojo bonito , en cara ajena, para definirlo
coloquialmente.
Ante
la velada presión y sugerencia del entonces gobernador del estado,
Antonio González Curí, para
hacerlo renunciar, Eduardo Reyes
toma la determinación de proteger la incipiente autonomía universitaria y
convoca a sesión extraordinaria de consejo universitario, presenta su renuncia
y propone a Nicolás Novelo Noble para ocupar el honroso
cargo de rector,
siendo elegido quien hasta entonces fungía como director de finanzas de la
UNACAR. Dando un albazo a González Curí y protegiendo los intereses
universitarios.
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