Cuando se es un modesto escribiente, emulo de los egresados
en la escuela del chayote o de la Pontifica y Heroica Universidad de los Portales de Santo Domingo, resulta casi imposible e implicaría hasta un pecado
capital, omitir escribir sobre las pasiones, preocupaciones, similares y
conexos, que despiertan en cientos que suspiran y aspiran a ocupar un cargo en la
administración pública, sea esta, municipal, estatal o federal que esté por
comenzar. Los cafés, oficinas gubernamentales, mentideros políticos, casas
particulares, restaurantes snobs, bares o cantinas y bunker, se convierten en
sitios que se prestan para hacer y deshacer los futuros gabinetes, de igual
forma, sirven para despedazar honras y prestigios de quienes suenan o suponen,
estarán en puestos de primero, segundo o tercer nivel de la en cierne
administración gubernativa. Hoy, amable lector, tocaremos el tema de lo local,
lo municipal, lo que corresponde a la política rupestre de comarca, de lo que
está ocurriendo en todos los municipios del país en donde el próximo primero de
octubre, llegaran los siguientes
“sacrificados” del pueblo, aquellos que entregaran alma, corazón y vida
en beneficio de sus conciudadanos y su comunidad.
Los comensales, politólogos o todólogos, al alimón de
aquellos que se sienten con derechos, más que posibilidades, interactúan
tratando de encontrarle la cuadratura al círculo y descifrar en algún
comentario, sea este fidedigno o inexacto, las palabras de quien será el gran
elector o ya de perdida, de aquel o aquellos que son su círculo compacto, esos
que ya saben en donde estarán en virtud de que ya escucharon el canto celestial
o las palabras mayores, tal diría el escritor y periodista, Luis Spota. Las
uñas de los 20 dedos le son insuficientes para calmar la ansiedad y taquicardia
que les genera saber si serán de los que estén en la nomina trianual, en los reflectores de
la muchedumbre, en las marquesinas del espectáculo político, disfrutando del
ejercicio del poder, sin embargo, aun no tienen la certidumbre de saber si
estarán o no, por ello, en pequeños conclaves se alimentan y alientan entre
colectivamente sus egos y vanidades.
No pienso mencionar ningún nombre para no errar o herir susceptibilidades
ajenas, así que distinguido descifrador, si usted espera leer su nombre o el del compadre o del
amigo en estas líneas, dele la vuelta a la página, entre a las redes sociales,
busque en los portales de algún golfo de la información, de esos videntes de
cafés, mercantilistas de la comunicación o simples chayoteros de a tostón y ahí
encontrara lo que usted está buscando y leerá lo que sus pupilas quieren ver
para alimentar su falsa modestia. Tomemos en consideración que llegaran los que
le sean útiles y le sirvan al próximo Presidente Municipal, tampoco podemos
olvidar los compromisos adquiridos y cuya factura se hará patente en la primera
quincena de octubre.
En la integración de un gabinete son diversos los factores
que influyen para su conformación, los internos, que son los de las filias, y
los externos, los circunstanciales. No es tarea fácil para quien toma la
decisión toda vez que con ello está exponiendo afectos pero, lo más importante,
arriesgando su capital político, su trayectoria y su transcendencia en la
historia de su comunidad, por lo cual, debe tener la mente y el corazón frio y,
tomar las decisiones con la neurona y no
con la hormona.
Cabe señalar, que este modesto análisis antropológico
cultural no está direccionado a nadie en particular y lo mismo puede aplicar a
cualquier municipio de norte, del centro o del sur de la geografía nacional, en
donde ocurra cambio de estafeta. Lo cierto es que a quienes les sean permitidos tener atribuciones
de mando en la próxima administración
municipal, ya lo saben, sea porque forman parte del cabildo, hayan hecho bien
la tarea en la campaña electoral, demostrado fidelidad y lealtad, que para el
caso no es lo mismo o, tengan una recomendación del tlatoani mayor. En
política, la forma es fondo, lapidariamente señalo don Jesús Reyes Heroles y
esto aplica en la actualidad. Por lo
que, calmen sus ansias de novillero, métanle al tafil moderadamente y esperen
la llamada presidencial.
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