

Y ahora estamos ante el problema de que, acostumbrados
a la generosa ubre, los presidentes municipales exigen hasta con enojos que se
les rescate. Quieren que el gobierno federal –esto es, el tesoro nacional,
que es de todos– asuma esas deudas. Plantean airosos que se les haga
participantes de impuestos federales, principalmente IVA, ISR y transferencia
de bienes. Lo peor de su situación es que sus leyes de ingresos son obsoletas y
contraproducentes, retrógradas, cuando debieran ser promotoras, lo que es
responsabilidad de ellos y de los congresos.
Pero eso sí, demandan una solución integral.
Pues sí, quizá, pero primero que cumplan con sus propios deberes recaudatorios.
Exigen airosos y con ese mismo temple se olvidan de que tienen a su disposición
fuentes de ingresos que no administran eficientemente, porque no saben o porque
temen: el impuesto predial, los consumos del agua y los muchos derechos que de
un modo u otro provee el municipio.
Si así fuera el compendio, estaríamos hablando sólo
de irregularidades y no se habría tocado el fondo: la corrupción,
irresponsabilidad, ineptitud o ignorancia. Pero también otra lastimosa realidad
es el disfrute de la impunidad. ¡Aquí no pasa nada! Pareciera ser una especie
de grito de guerra retador y quienes lo pronuncian, hasta el momento tienen
razón.
A la punzante situación nacional, le dieron cierta estabilidad, las
declaraciones del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, al señalar
contundente, que el Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto no absorberá los
nada transparentes y aun no cuantificados de los tampoco sumados municipios.
Enfáticamente señaló la negativa a hacer
que las arcas nacionales cubrieran sus desvíos. Bien.

El pueblo mexicano requiere hechos creíbles y de esta forma, el paquete
de reformas que promueve Peña Nieto, tendrían credibilidad y aceptación en
amplios sectores de la población. Esperamos no se busquen salidas para una vez
más frustrar al pueblo, fortaleciendo la impunidad. Sería un grave error ante
la bomba de tiempo que representa la preocupante descomposición social que hoy
vive, evidentemente, nuestro México.
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