martes, 17 de diciembre de 2013

PAPA FRANCISCO Vs MAFIA DEL VATICANO



Primero una aclaración: nadie y nada (hasta ahora) va a convencer a este articulista de que Jorge Mario Bergoglio, un pastor conservador, con el pasado a contracorriente de los procesos emancipadores en la Iglesia y con el presente a espaldas de la ola progresista en el continente, hará algo revolucionario.
De todos modos: ¿no es hablar de la necesidad de revolucionar más bien un indicio de la gravedad de problemas de la Iglesia (y no tanto del progresismo del nuevo Papa) o un espejismo de los círculos progresistas, también externos a la Iglesia, un deseo que ésta cambie finalmente (y no tanto un reflejo de su propia dinámica)?
Mientras tanto, el viaje a Brasil hizo creer a algunos optimistas que Francisco podría ser el nuevo Moisés de la Iglesia, que la llevará a una tierra prometida; otros, antes escépticos, se persuadieron de que sí hará mucha diferencia.
Al final, ¿no fueron Juan XXIII –el gran reformador–, o Samuel Ruiz –el obispo de los pobres–, unos duros conservadores antes de que fueranconvertidos por las par­ticulares dinámicas sociales y eclesiásticas?
Sí. Pero después de la purga woj­tyliana-ratzingeriana los círculos progresistas son ya una clara minoría (seguramente en el Vaticano), sin influencia real sobre el Papa. La lucha no es entre progresistas y conservadores, sino entre conservadores y ultraconservadores
Francisco podrá ordenar un poco la Iglesia y devolverle legitimidad, sustituyendo la locura del ultraconservadurismo por su conservadurismo razonable y popular, pero no hará ninguna revolución.
Más que Moisés, es como Hércules, condenado a limpiar al Vaticano y sus diferentes establos nacionales. El hecho de que la curia romana se inquiete o de que en algunos países se escuche el descontento significa que ya viene la escoba.
Un buen ejemplo es la Iglesia polaca, dominada por los sectores ultrarreaccionarios, a quienes Francisco ya hizo parar los pelos.
Algunas voces de observadores críticos: El nuevo Papa es el problema más grande de la Iglesia polaca ,Si los obispos polacos pudieran, lo revocarían , Huele a cisma, Francisco avergüenza y ridiculiza a la Iglesia polaca, o Sus palabras suenan como revolución .
Otra vez lo de la revolución es sólo cuestión de perspectiva, pero veamos.
Francisco dice: ¡Hagan lío!, y quiere que la Iglesia salga a la calle.
La Iglesia polaca contesta silenciando a los curas que hacen lío (como Adam Boniecki, ex jefe del semanarioTygodnik Powszechny, uno de los pocos representantes de la Iglesia abierta) y atrincherándose en sus palacios.
Si tiene razón el sociólogo Luis Antonio Gomes de Souza, que Francisco no es revolucionario sino más bien un concesionario, que propicia un clima para discutir los temas a los que la Iglesia tenía miedo, en el vaticano en vez de diálogo triunfan los prejuicios, el hermetismo y el divisionismo.
Dominan el clima preconciliar y el elitismo del clero ensimismado y alienado, que en vez de abrirse al mundo se siente su víctima, incluso –¡el verdadero teatro del absurdo!–perseguido como judíos durante la guerra 
Francisco dice: Quiero una iglesia pobre y para los pobres; los obispos han de ser hombres que amen la pobreza, o duele ver una monja o un cura con el último modelo de coche.
La mafia vaticana dice:¿ Significa esto que el Papa sacará a los ricos de la Iglesia o se deshará de todas las obras de arte del Vaticano?
Los obispos de la burbuja Vaticana- príncipes y Barones, cada uno con su Mercedes- piensan que un pastor pobre es un pobre pastor (cual Hank González) :abrazar la pobreza es condenarse a pauperismo y ellos tienen su dignidad.
Francisco dice: Un cristiano no puede ser antisemita.
La mafia Vaticana contesta, con sus acciones, lo contrario.
Francisco dice: ¿Quién soy yo para juzgar a los gays?
La caterva Vaticana, para la que los gays son peores que los comunistas (¡¡), contesta- aunque el Papa no alteraba la doctrina diferenciando los  lobbys y las personas- que todo fue una manipulación y homo propaganda.
Francisco dice: hay que endurecer las penas por pederastia y reformar el código Penal Vaticano.
La cúpula Vaticana pretende que no hay ningún problema y sigue protegiendo a los suyos: como si nada, a la conferencia del Episcopado sobre pederastia invita (ya hace tiempo) al arzobispo Juliusz Paetz, culpable de abusar sexualmente de los clérigos; y a un cura acusado de abusar sexualmente de 14 niños en República Dominicana, y requerido por la justicia, le brinda toda la protección en Polonia, por citar dos aberrantes ejemplos.
Todas esas negaciones y/ o intentos de reinterpretar las palabras de Francisco demuestran que la mafia vaticana sabe mejor qué es el catolicismo y que puede prescindir del Papa, a fin de cuentas, ni el primero ni el ultimo sería.
¿Cambiará hasta entonces la Iglesia bajo el pontificado de Francisco, o cambiará èl bajo el peso de los sectores ultraconservadores y retrógrados  del que el establo vaticano es el principal recinto? Esa es la cuestión.





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