miércoles, 26 de marzo de 2014

NIÑOS HÉROES, OTRA MENTIRA DE NUESTRA HISTORIA.

Sin más animo que el de dar otra versión que disímil a la oficial y sin pretender herir susceptibilidades, existen opiniones dignas de crédito que señalan que la verdadera historia de los llamados niños héroes no es como nos la enseñaron en la instrucción primaria y que en realidad está plagada de mitos y leyendas, muy propias de nuestra idiosincrasia; nos los presentan como auténticos defensores de nuestra patria, como héroes, mártires e iconos de la historia de México, ejemplo de valentía y patriotismo, y su gesta tuvo mucho de estos adjetivos, pero existen versiones de historiadores como Luis González y González o Guillermo prieto , que tuvieron una versión distinta de la conocida por todos y datos que la contradicen o desmitifican.
Los infantes más famosos de México no fueron quienes nos han hecho creer. 

En el lugar de la bravura o valentía parece haber estado simple y llanamente, la casualidad. Además de que no fueron únicamente seis quienes defendieron el colegio militar, que en el año de 1847 se encontraba en el castillo de Chapultepec , durante la batalla entre los estados unidos y México, ni tampoco eran unos niños sino mas bien jóvenes cadetes que el día de la confrontación, 13 de septiembre del año antes mencionado, se encontraban recluidos en la majestuosa edificación del cerro del chapulín, por desacato e indisciplina, por lo que no pudieron huir, como hicieron la mayoría, por el rumbo del jardín botánico de la capital del país.

Otra de las falacias que nos cuentan de párvulos es que uno de ellos, Juan Escutia, “rodeado de enemigos, dispara su arma y no teniendo esperanzas, antes de rendirse se envuelve en el pabellón nacional y se suicida lanzándose del castillo militar al vacio, muriendo patrióticamente defendiendo el lábaro nacional con su propia vida”. La versión más apegada a lo que aconteció en realidad es que quien al parecer, verdaderamente envolvió una bandera fue un capitán de artillería llamado Margarito Zuazo, y tal acción no ocurrió durante la toma del castillo, sino en la batalla de molino de rey, el 8 de septiembre de 1847 pero en ningún momento se aventó sino que solo la guardo bajo su uniforme y la entrego a un superior mientras le curaban las heridas, mismas que le produjeron la muerte seis días después.

Otra anécdota poco conocida es la de los esqueletos que están en el monumento erigido en su honor y tal y como aconteció con las de los héroes de la independencia, sin el rigor científico se determino que a ellos pertenecían y contaba Carlos Madrazo Becerra que a fines de la década de los años 40 del siglo pasado, en la ladera del costado sur del cerro de Chapultepec, fue hallada una fosa común con osamentas , en donde estaban mezclados huesos de invasores y mexicanos y el entonces presidente de la república, miguel alemán Valdés ordena su ministro de guerra armar seis completas. Días después, regresa al castillo y con el rigor y la seguridad que da el poder presidencial, pregunta a su subalterno:” general, ¿usted me podría asegurar que estos huesos son los de Juan Escutia? No señor presidente, contesta el oficial, llegando de inmediato el otro cuestionamiento, ¿y me lo podría negar? Tampoco señor presidente, luego entonces, con el dedo
índice fue nombrando a cada uno de los cadetes y adjudicándole un nombre un nombre a cada osamenta”.

Lo anterior, viniendo de una fuente digna de crédito como lo fue el llamado ciclón de sureste, nos permite suponer que lo mismo ocurrió el año pasado con las osamentas que desfilaron para conmemorar el bicentenario del inicio de la llamada independencia de México. Por último, no eran tampoco unos niños y a sido el falso sentimentalismo mexicano y la inducción al subconsciente de los infantes lo que los epíteto de esa forma : el cadete Fernando montes de oca tenia al morir 18 años con cuatro meses; el cadete francisco Márquez era un adolecente de 14 años cuando es asesinado; Juan de la barrera, con el grado de teniente contaba con 19 años tres meses cuando cae abatido por las balas de los gringos invasores; el soldado Juan Escutia, 20 años seis meses; Vicente Suarez, 14 años 4 meses y por último, el teniente Agustín melgar, 18 años.

Por último, estas líneas no tratan de desacreditar ni la gesta heroica de los jóvenes que la circunstancia de su vida, hizo que la ofrendaran en una batalla contra las tropas invasoras. Tampoco es mi deseo que lo señalado por estudiosos del tema, intelectuales u cronistas se vea desmerecido, a fin de cuentas, ellos consciente están que la historia de México está plagada de mitos, leyendas y mentiras con el falso propósito de darle una identidad a nuestro país y a los mexicanos. 


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