lunes, 27 de agosto de 2012

MANOLETE


Este  28 de agosto se cumplieron 64 años de que Manuel Rodríguez, mejor conocido en el mundo taurino como Manolete, perdiera la vida en la plaza de Linares, España, dándole muerte un toro   llamado “Islero”, de la temida y prestigiada ganadería española de don Eduardo Miura, quien al entrar a matar le propinara una cornada de tres trayectorias, destrozándole la arteria femoral. Aunque era muy grave, la opinión actual es que su muerte sobrevino a consecuencia del choque traumático. Es decir, la sacudida había roto y descompensado el triangulo formado por Cerebro-Corazón-Pulmones, debilitando las posibilidades de vida. Manolete falleció unos minutos antes de las cinco de la mañana. Sus últimas palabras al médico fueron: “don Luis, ya no puedo ver”. Es pertinente mencionar que por la faena que le realizo al burel que lo mato, hasta la enfermería le llevaron las orejas y el rabo. 

Manuel Rodríguez Sánchez  nació en Córdoba,  el 4 de julio de 1917. Hijo del Matador de toros del mismo nombre y apodo. Desde muy joven recorre los cortijos y las tientas de las ganaderías andaluzas, dando sus primeros capotazos a la edad de 12 años. Sus primeras actuaciones son en 1930. Después de una exitosa carrera novilleril recibe la alternativa el 2 de julio de 1939 de manos de Manuel Jiménez, “Chicuelo”, fungiendo como testigo “Gitanillo de Triana”. Confirma en Madrid el 12 de octubre del mismo año, siendo su padrino Marcial Lalanda y testigo, el revolucionario de la tauromaquia, Juan Belmonte.  

Desde esa fecha, se convierte en la primera figura de toreo en cuanta plaza se presenta y sus triunfos son innumerables que nos faltaría espacio para citar tan solo un pequeño porcentaje. Precedido de un prestigio bien ganado, en el invierno del año de 1945 es contratado para venir a México. Se afirma que ningún otro matador hasta entonces había generado mayor expectación que el moustro de Córdoba,  por lo anterior, la temporada, iniciada a finales de 1945 y los primeros meses de 1946 ha sido hasta el día de hoy,, la mas grande que se ha dado en México. Y los 30 festejos que se dieron en las plazas del toreo de la Condesa y en la recién inaugurada “México “fueron llenos casi totales. De parte de los españoles vinieron figuras de la talla de Manolete, pepe Luis Vásquez, Pepin Martin Vasquez, Gitanillo de Triana y Cagancho, entre otros; llevando la representación mexicana consagrados como Fermín Espinoza,  Armillita, Silverio Pérez, Chucho Solórzano, Luis Castro el Soldado y Luis Procuna, entre otros que estuvieron a la par de los de la madre patria. Por cierto, fueron estos dos últimos matadores quienes partieron plaza al igual que Manolete en la inauguración de la monumental México  en 4 de noviembre de 1944 lidiando toros de coaxamalucan pero salió un mal lote y ninguna oreja se pudo cortar .

Manolete en todas sus actuaciones dio muestra de profesionalismo, pundonor, entrega y un enorme respeto por el público que asistía a verlo torear. Las multitudes, en cada corrida le exigían mas lo que propicio que le pegaran varios “cates de caballo”, dicho en el calo taurino, o de consideración graves. En el mundo de los toros es recordada la anécdota de la ocasión en que alterno con Chucho Solórzano y Silverio Pérez en la cual, un toro llamado “cachorro”, numero 44, bicho que le hacía ascos a los capotes, incertidumbres, coladas, pero contra ello, se quedo firmemente plantado en la arena recibiendo una cornada sobre el muslo izquierdo. Al entrevistarlo el recordado cronista taurino Paco Malgesto , este le indico  que todo el público había visto venir vencido al toro y que con solo dar un paso atrás la cornada hubiera podido evitarse. Manuel Rodríguez contesto que efectivamente, esa era la situación, pero que si el se hubiera movido no se llamaría “Manolete”. De esa estatura y temple era el español. 

Para finalizar, señalan escritores taurinos de la época que Manuel Rodríguez “Manolete” que aunque fue un torero corto de repertorio, existía en él un señorío natural, carente de la afectación frecuente en otros espadas. Su aguante y mando no han sido igualados. La quietud de sus pies y el ritmo en el movimiento de los brazos daban a sus lances enorme plasticidad. Como estoqueador fue excelente y ha sido uno de los toreros más grandes que ha existido, cuya personalidad perdurara para siempre. Como último apunte, la última plaza Mexicana en que actuó fue en la monumental de Mérida, propiedad de la familia Palomeque, misma que inaugurara otra figura del torero, don valor, Luis Freg, pero esa es otra historia. Vaya la presente columna dedicada a quienes tienen deseos de conocer la tauromaquia y aprender de su historia. 

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