Este miércoles
veintitrés de enero del año en curso, entró en vigor el Decreto de la Cruzada
Nacional Contra el Hambre. Ninguna persona en su sano juicio criticaría este programa
por todo lo que conlleva, la pompa y el lugar donde se hizo su anuncio, Las
Margaritas, Chiapas. Lugar en donde los mexicanos saben por siglos lo que es el
hambre como una realidad constante. El anterior gobernador dejo endeudado al
estado por varias generaciones. La impunidad es evidente.
Históricamente el
pueblo de México ha padecido hambre por causas naturales, de gobierno o
sociales. Nos narra Francisco Javier Clavijero en su obra “Historia Antigua de
México” que los prehispánicos tuvieron varias sequias que los hundió en la
falta de alimentos aun para personas que no eran de bajo nivel. En los años
siguientes a la inundación de Tenochtitlan hubo sequias y malas cosechas. “…en
los años 1448 y 49 se perdieron enteramente las sementeras de maíz por haberse
helado el grano cuando estaba en leche; en el año de 1450 se perdieron por
falta de agua; en el 51 además por haber sido tiempo adverso, apenas hubo
semilla para sembrar…”, Moctezuma tuvo que dar solución parcial a la catástrofe
abriendo los graneros reales y de los señores al pueblo. En todas las épocas de
la vida ha habido tiempos de hambruna en todo el mundo. Sin embargo, estos
eventos fueron por causas naturales: sequias, meteoros excesivos, huracanes que
devastaban los campos etc.






Es evidente que se
ha metido a los mexicanos a una época nueva llamada por mi
Híper-Post-Modernidad en donde se necesita no solo un nuevo tipo de mexicano
sino un nuevo tipo de políticos. Hasta ahora se ha regulado a los gobernados de
manera indiscriminada y a los políticos se les ha dejado una ancha y larga vía
de impunidad, para que sin importar sus desastrosas gestiones, puedan gozar de
protección, tanto en México como en el extranjero. Los últimos gobiernos han
sido de ocurrentes y el presente no es la excepción. Tengo la seguridad de que
los malos gobernantes no tienen la mínima idea de la realidad. Hasta el nombre
cruzada tiene los resabios de la temida ideología teológica.

Así las cosas,
resulta retorica oficial toda puesta en marcha de programas sociales sin la anuencia
de los dueños del poder económico. No es prioridad la salvación de las personas
en este sistema sino el grado de consumismo que pueda tener el individuo
convertido en simple consumidor. La hambruna actual no ha sido producto de
desastres naturales, movimientos sociales o gubernamentales a secas, ha sido
impuesta por el capital privado y extranjero. Ellos son los que realmente
administran a los pueblos y, a placer. Es decir que son insuficientes los
programas y acciones que los gobiernos implementen para tal efecto, en calidad
de dependientes de los grandes capitalistas. No está en sus manos
solucionar el hambre de los pueblos. Me atrevo a decir que, quien actualmente
funge como presidente de México, no solo ignora tales hechos sino que con su
inmanente tontería agudizará no solo el hambre sino aumentará los pobres. Su
gabinete corre misma suerte. Son y serán incapaces para sostener sus dichos de
bienestar. El peso del problema que tienen no solo es de mexicanos hambrientos
sino del paradigma del poder. No son los actuales gobernantes los que deciden.
