martes, 14 de agosto de 2012

LA DESAPARECIDA CALZADA JUAN B. CALDERA. RECUERDOS DEL AYER


Mi niñez y adolescencia, pudiéramos decir, la viví  en la ya desaparecida calzada “Juan B. Caldera”, a un costado de la Parroquia del Carmen. Serian principios de los años 70 del siglo pasado y en el local  que funcionaba como baños públicos y pertenecía al ya fallecido Carlos Ortiz, quien al emigrar a su tierra natal en Mérida, Yucatán, vende los derechos de la propiedad a mi señora madre, Josefa Sierra Damián .
Remodela el establecimiento y lo convierte en una especie de estanquillo en donde se ofrecían revistas, tabacos, panes, dulces, etc. 
Eran los últimos años de bonanza de la industria del camarón y la isla aun conservaba su tranquilidad  y la convivencia entre quienes la habitamos era cordial. Como se dice, aun podíamos dormir con la puerta semicerrada únicamente por la aldaba o la  portezuela de miriñaque. Todos nos conocíamos y conformábamos una sociedad trabajadora, pujante, emprendedora y muy campechana, aprovecho para hacer la acotación que siempre he creído que el gentilicio de “campechano” se identifica mas con el carácter de los habitantes del carmen, los carmelitas, que con la  forma de ser de nuestros paisanos de la capital del estado. Dicho lo anterior sin animo de herir susceptibilidad u ofender a los san franciscanos. 
Retomando el tema que le da titulo a la presente columna, en la calzada conocí a gente con la que hasta la fecha conservo su amistad y los vínculos de afectos: las familias Vadillo Domínguez, Santini kantun, González Calderón, Pérez Nieto,Roberto, hijo de doña Licha y que preparaba los mejores caldos de pavo que he degustado, entre otros. En el “puesto”, como le decíamos a nuestro establecimiento, trabajamos mis hermanos, desde luego, mi madre, y cada uno tenia un turno u horario de atenderlo. A mi me tocaba el más aburrido o el de menos clientela, de las tres de la tarde a las seis. Tiempo en que aprovechaba para leer todas las revistas que se ofrecían al publico y, que propicio mi afición a la lectura. A los siete días nos llegaba las nuevas ediciones y para entonces ya las había leído todas: desde el libro vaquero hasta vanidades o el solo futbol. En algo tenia que entretenerme y aunque la afluencia de compradores no era igual de numerosa a la mañana o al turno de la noche, siempre disfrutaba la generosidad  y discreción del “mudo”, al que invariablemente metía sus cocotazos. 
En las noches, cuando trabajaban los mayores, los hijos de los locatarios y empleados niños y adolescentes aprovechábamos para jugar futbol en el atrio de la iglesia, lugar en donde en mas de una ocasión nos correteo la policía, mas por inhibirnos que por detenernos. Como olvidar aquel domingo, cuando al momento de emprender la graciosa huida, la cabeza se me atoro en los barrotes de las rejas que circundan la parroquia y mis gritos y desesperación causaron más la hilaridad  que la preocupación de los presentes. Fue don Luis González, don Chano, como respetuosamente le he llamado siempre, quien con un fierro logro doblar las varillas que aprisionaban mi cabeza. Esta anécdota y es una de cientos que aun tengo en mi memoria. Muchas me causan risa, todas nostalgia. 
La convivencia entre los locatarios era cordial, amable y sin tirrias  de ninguna especie. Al lugar llegaban miembros de familias que tenían su domicilio cercano al inmueble como los hermanos González López, principalmente, el inolvidable Guilliat y enrique Iván; los hermanos Escamilla González, Pancho y carlos; los Nicolau Padilla, jorge, Ricardo y Pedro; entre otros.Los cines Rivas y Regis eran sitios al que entrabamos sin pagar boletos, los taquilleros nos conocían y en muchas ocasiones, disfrutamos de las películas sin censura, toda vez que  al acabar la función, los empleados la proyectaban para hacerles los cortes necesarios y fueran aptas para el público de todas las edades. 
Los juegos mecánicos de Fausto Ordóñez servían de diversión para los festejos en honor a la virgen del carmen, durante el mes de Julio. 
Seria poco el espacio para relatar tantas vivencias y convivencias de aquellos años. Justo es de reconocer el esfuerzo de nuestros padres y hermanos ya que con su trabajo tuvimos una vida sin riquezas pero tampoco sin estreches. Muchos de quien hoy en día tenemos una profesión, en gran medida se lo debemos a la calzada. 
El petróleo llego y con el numerosas familias de toda la geografía nacional. Las ventas se incrementaron y el trabajo también. Varios emigramos a otros lugares a continuar con los estudios pero ello no menguo la relación entre quienes nos crecimos en el centro de la ciudad. Al paso de los años, como todo, el inmueble se volvió obsoleto y disfuncional  y ya no era acorde a la vialidad y el urbanismo lo aniquilo. 
Fue en el periodo de gobierno estatal de Antonio González Curi, que ha sido el gobernador con mas obra publica en la isla en los últimos cinco sexenios, cuando se toma la determinación de derruir la calzada  
“Juan B. Caldera” y se construye el modesto malecón y junto a el, un edificio que alberga a algunos de los originales locatarios. No tengo idea cual sea su nombre, se que es un edificio que pertenece al gobierno del estado. Acudo con regularidad al café de Ramón Vadillo. Uno de los pocos locatarios de antaño. Tengo entendido que se formo una asociación cuya solidez jurídica no es la necesaria. Conozco las diferencias tanto personales como legales  entre sus miembros. Con tristeza escucho de aspectos que distan mucho del comportamiento y la cordialidad que existió en la desaparecida calzada. Creo, que por respeto a esos tiempos a esas familias pero sobre todo, a don Juan B. Caldera, el gobierno del estado debería de dotarlo de algún nombre y no seguir llamándole como de esa forma. Digo, eran otros tiempos y ya son otros los personajes. 



5 comentarios:

  1. me acuerdo mucho que la calzada era mi paso obligado de la escuela central a la casa de mis abuelos siempre que podia pasaba con tu hermano mario a comprar mi pie y mi leche bien fria, y ya mas grande, en la tarde una clarita con la chocha voladora antes del juego de basket
    Inolvidables momentos

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  2. A que carmelita se le va a escapar los recuerdos inolvidables, de la calzada,los cines regis y rivas,los puestos de la calzada, los bailes del parque central, vueltas en los circulos concentricos, las damas del lado izquierdo y los caballeros del lado derecho, el clasico coqueteo y flirteo, los juegos de don ordoñez, la cancha revolucion,tantos y tantos recuerdos que faltaran espacios para comentarlos, nuestro hermoso caló, puch de de diferentes regiones de la peninsula, no cabe duda que somos afortunados de vivir en esta hermosa tierra, con muchisima tradiciones, que tenemos la obligacion de conservarlas para nuestras siguientes generaciones, saludos chito

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  3. Recuerdo q cada día era mi pasar a cierta hora del día, a ver a mi padre a su consultorio, y mirar la calzada era un espectaculo, actualmente cuando voy al Carmen y mirar ese spacio tan vacio donde stuvo aquella Calzada q significo tanto para mi me da una inmensa trizteza, osea nada como aquellos tiempos de secundaria y el star con los amigos de antaño.

    Lastima q todo se vaya perdiendo con el tiempo cuando se debio conservar esa CALZADA, pxq cada gobernante hace lo q se le da su. . . .
    Salaudos

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  4. Excelentes recuerdos de la calzada los que guardo , era clasico el ir al cine, de ahi a la calzada a cenar y luego a la discoteca a bailar con los cuates y amigas para rematar viendo el amanecer en playa norte

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  5. Valla ¡ Ahora ya le dicen Revista a lo que le decían chistes por que eso de un primo jodon que me decía de cómprame un chiste ...... yo decía los chistes se cuentan no se compran, Pero bueno a la tierra que fueras haz lo que vieras y si en la calzada iba a tomar "Un Choco" que para mi era un licuado de chocolate pero bueno aprendi lo que era graniche, escarpa etc etc pero si tengo buenos recuerdos de la CALZADA que era solo una cuadra entre el auditorio y el parque

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