martes, 24 de julio de 2012

PRESTA-NOMBRES DE POLÍTICOS, ORÍGENES


Nuestra historia está, por desgracia, llena de riquezas inexplicables. De la noche a la mañana cualquier persona  se adueña de una fortuna a cambio de ciertas  lealtades y “virtudes” para quien, en su momento, se desapega  de los bienes materiales: dígase político, empresario, empleado de confianza, hasta sacerdotes o que tenga alguna actividad ilegal. El trato es cuidar y potenciar los recursos, nunca jamás explicarlos, y por supuesto, devolverlos, pasado el cargo o los peligros, a su verdadero dueño.
El enriquecimiento inexplicable siempre genera sospechas y bisbiseos y es que el terreno de los magnates que se vuelven tales repentinamente, nada es claro, nada es diáfano, nada se sabe. Es por ello que los mexicanos podemos aderezar cualquier cosa en el teléfono descompuesto que, por desgracia, siempre lleva algo de razón.
Pero, ¿Cómo empezó todo? Dice el rumor que durante la guerra cristera, en plena etapa posrevolucionaria, cuando en la región del bajío cientos de hombres armados en nombre de dios se levantaron contra el gobierno legalmente constituido, la reacción del régimen, que no se hizo esperar, fue demasiado violenta y provoco, entre los miembros del alto clero, el temor suficiente  a que sus bienes fueran confiscados. Dichos bienes, que supuestamente ya no podían existir tras las leyes de la reforma, fueron puestos a nombre de particulares, hombres y mujeres comunes pero adeptas a la religión católica quienes de la noche a la mañana se volvieron inmensamente ricos.
De igual forma, durante el periodo de la segunda guerra mundial, cuando se llego a pensar que el gobierno mexicano podría participar en el conflicto bélico, muchas empresas de origen extranjero transmitieron su propiedad a particulares. Resalta en este caso el nombre de reconocido abogado de esos años, lisio lagos, quien al concluir el peligro belicoso, el litigante devolvió lo que no era suyo, a cambio, claro, de una comisión que lo convirtió en uno de los hombres más ricos del país.
La política no podría estar extensa de los prestanombres y es precisamente cuando la revolución se baja del caballo y se convierte en gobierno, muchos militares utilizan a gente su entera confianza, en su mayoría civiles, para poder ocultar los beneficios que les otorga el “el tren de la revolución”. Esta práctica está vigente hasta la actualidad y en nuestra isla, Ciudad del Carmen, Campeche, lo podemos también señalar o sospechar en el ámbito petrolero, toda vez de cuantos casos no conocemos de personas de origen humilde que de repente se convierten en magnates y, el rumor, esa subjetividad que tanto nos identifica y que forma parte de nuestra idiosincrasia, de inmediato los liga con fulano o sotano funcionario de  PEMEX o de alguna empresa con contratos multimillonarios.
Pero volviendo a lo nacional, es de la vox populi el caso de diversos millonarios como Carlos Slim o Ricardo Salinas Priego, que durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se convirtieron el poderosos hombres de negocios, llegándose a convertir, el primero, en el mas rico del mundo, según la revista Forbes, y el segundo, en uno de los más ricos del país y también incluido en los de mayor riqueza de la aldea global.
Se da la dupla en  la generación de lo que el rumor señala, son fortunas creadas al amparo de sexenios específicos. La gente sospecha, supone y, generalmente los murmullos terminan siendo certezas adivinatorias. Concluyo con el adagio popular que dice: “no hay riqueza bien habida” y, el otro que señala contundente, “tres cosas no se pueden ocultar: el amor, el dinero mal habido y las ganas de ir al baño”.

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