Escribir de gente a la que estimo y
llego a admirar, me resulta fácil al igual que todo lo contrario, mido con la
misma vara que soy medido y si respeto recibo, con creces lo devuelvo y viceversa.
Escribo para mí y son pocas las opiniones que me interesan, ninguna me da de
comer o menos, representan algún apoyo moral en mi persona por lo que sus
opiniones en torno a anteriores columnas de mi autoría, sin ánimo de faltarles
al respeto, me hacen lo que el viento Al Benemérito.
Introduciéndome en el tema y sin más explicaciones, no me
causo ninguna sorpresa ni incrementó mi ritmo cardíaco la noticia de que no vendrán
artistas para la Fiesta del Mar en este año, la primera ocasión que se realizó
con formalidad y orden fue en 1995 cuya idea, organización y creación corrió a
cargo de Federico Gutiérrez Ocampo, entonces, Coordinador Municipal de
Desarrollo Económico, quien con más voluntad que recursos logró conjugar áreas, actividades recreativas
y deportivas de sano esparcimiento y propias para las familias, no en lo que se
degeneró posteriormente con la traída de artistas de plástico, licor a raudales
y ganancias ilícitas de más de un “organizador”.
La muchedumbre protesta. Ya se les han
hecho costumbre los espectáculos gratuitos o de paga, como el pasado de Juan
Gabriel, mismo que generó, se vieran atiborradas las casas de empeño días posteriores,
total, el “Divo” de Cd. Juárez bien valió la pena, aunque su refrigerador también
de pena. Cada cabeza es un mundo y cada quien, que con su propio pan se lo
coma. Ni me va ni me viene si se suspende o no la contratación de artistas, lo
que es cierto, digo, con tal de darle circo al pueblo, es que hay más de una decena
de empresarios en todo el país que bien pudieron comprar los derechos de la
Fiesta del Mar y con ello, el Gobierno Municipal no hubiera tenido que erogar
ni un centavo, claro, tampoco ingresos ilícitos
para quienes detentan el poder trianual Municipal.
Ni modo, la pléyade que integran la administración
Panista, sean estos miembros del disímbolo cabildo, funcionarios de ocasión, familiares,
secretarias privilegiadas o reciclables y Guachomas, se tendrán que olvidar de
las primeras filas, de zonas V. I.P. de lugares privilegiados con sus
respectivas viandas etílicas y por esta ocasión, el que quiera azul Celeste, le
tendrá que costar. En el Coliseo de Mérida, Yucatán están llegando artistas de
talla internacional y bien se pueden inventar algún curso o comisión y viajar a
la tierra del faisán y el venado o a la Ciudad de México, aunque en esos sitios
no le garantizo un buen lugar a menos que lo paguen.
Cuando Federico Gutiérrez Ocampo visualizó la Fiesta del Mar, lo hizo pensando
en las familias residentes en la Isla y como un atractivo de visitantes de
Estados Circunvecinos al nuestro, lo que generó una derrama económica para la
industria sin chimeneas. Lamentablemente, sin una cultura turística que se
refleja en el trato de los modernos burócratas del sector privado, desde el
modesto mesero de franquicia, hasta la apatía de los dueños en no brindarle la capacitación
necesaria a su personal para que los visitantes regresen y se conviertan en
publicistas gratuitos del confort y los atractivos naturales con que cuenta
nuestro Municipio, seguiremos desperdiciando la oportunidad del Turismo, ahora
que tanta falta le hace a la Isla ante la hecatombe petrolera ya palpable en
todos los estratos de la comunidad.
No es falta de recursos, es la privación
de capacidad, experiencia y la soberbia con que están “gobernando “al Municipio
un grupúsculo de sujetos, mas ávidos por elevar egos y cuentas bancarias que en
aprovechar la oportunidad de servir a una comunidad noble y generosa como la
nuestra. La lista de desatinos y actitudes de deidades es conocida por todos y
resulta ocioso repetirla. Cada quien habla según le va en la feria, reza el
dicho popular y el analfabetismo funcional se refleja en las redes sociales,
sitios donde la todología es un manifiesto de nuestro nivel cultural y
educativo. Basta percatarse los horrores ortográficos con los que opinan y ello
me lleva a la conclusión de que si no saben escribir, menos pueden leer en voz
alta teniendo como consecuencia, el deficiente o nulo razonamiento de la
realidad de temas torales como el Crack petrolero, el incremento delictivo o el
desempleo galopante que estamos resistiendo quienes habitamos en la otrora Capital Económica
Petrolera del País. Mientras tanto, como válvula de escape, están los medios cibernéticos,
con todo y sus troles de un lado y del otro, opinando, “debatiendo”,
justificando o inconformándose por qué no habrán artistas en la Fiesta del Mar.
Ese es nuestro nivel y nuestra realidad. Para pena ajena. Hasta la próxima.
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