En la década de los años 70 del siglo pasado, el prestigiado caricaturista Eduardo del Rio, mejor conocido como RIUS, elaboró una historieta donde retrataba al México de su época en todos los aspectos. Era mordaz, critico feroz y ocurrente en torno a la situación política, económica y social de aquellos años que con el paso del tiempo, se ha disparado preocupantemente y alarmado a un mayúsculo sector de la población. La revista se titulaba “Los Agachados” porqué nos consideraba una sociedad sumisa, apática y más preocupaba de las Telenovelas y el Futbol, que las cuestiones que impactaban a los bolsillos de todos los mexicanos.
En la
actualidad, estos mismos sucesos se han acentuado y aunado al creciente manto
de impunidad que protege a funcionarios corruptos, los mismos que gozan desfachatadamente
de riquezas mal habidas durante su tiempo en el servicio público. El mejor
ejemplo en lo local, lo tenemos en la pasada administración municipal, que ha
sido considerada por la Vox Populi como la más corrupta y la peor en la
historia del Municipio del Carmen, sin que nadie haya sido sancionado y solo se
le dio circo al pueblo a través de
declaraciones mediáticas pero que hasta el día de hoy, no se han fincado responsabilidades jurídicas. El pueblo ya
olvidó o está más preocupado por las lenguas viperinas del vecino o lograr
evadir algún impuesto, sacarle algunos centavos a los políticos, feliz con sus
despensas de cien pesos y en temporadas de elecciones, con su torta y jugo,
mientras los corruptos neo ricos, gozan
del libertinaje con ricas viandas y licores, casas chicas y grandes, lujosos vehículos
y viajes a Miami Florida de fin de semana para gastar miles de dólares en ropa,
bolsas y relojes ( por mencionar algunos) de marca y lujosos. Todos somos
agachados y valemadristas. No se valen los lamentos en redes sociales. La culpa
es de todos.
Casi en los mismos años de la década de
los 70s, en la campaña proselitista en busca del voto popular que lo llevó a
ocupar la silla presidencial, por cierto, sin ningún contendiente de oposición,
José López Portillo, el de la colina del perro, el nepotista que nombró a su
hijo subsecretario de Programación y Presupuesto y, a su amante, Rosa Luz Alegría,
Secretaria de Turismo, señalo que lo peor que le podría pasar a México era
convertirse en un país de Cínicos. Ya lo somos. Desde el que tira su basura en
la calle sin pudor a ser observado; el que soborna al policía para evitar una
multa o el que le da su diezmo al funcionario público para la adjudicación de
alguna Obra o la compra de toallas a 3 mis pesos, por citar un ejemplo. También
fomentamos la corrupción cínicamente con nuestro silencio ante estos hechos y
con ello, nos convertimos en cómplices tácitos. Luego, con horrores ortográficos,
ocultos en la cobardía de cuentas falsas, dan rienda suelta a lo que según piensan, más
para la clase gobernante, este lo utiliza como válvula de escape de una población
agachada, sumisa y cínica.
Los mentideros políticos, esos donde
se resuelven con la lengua, los problemas de todo tipo y vilipendian honras
ajenas en el anonimato o en cafés, generalmente son sujetos que formaron o
aspiran a formar parte de la clase gobernante y de que los pongan donde hay
para incrementar sus riquezas materiales o salir de la mezquina zona de confort
en la que viven. Los que ya estuvieron, son los más lapidarios y también los
que tienen la lengua más corta que su cola. Apocados Homínidos para el
razonamiento y lacónicos jueces de honras ajenas que ni conocen, ignoran los
motivos de su conducta y no se muerden la lengua al vivir vidas ajenas al
carecer de propia.
A escasos días del trágico suceso que
le costó la vida a una joven estudiante de la Facultad de Medicina, ya fue
ahogado también en las aguerridas redes sociales. A muy pocos nos importó su
muerte y la apatía de los ciudadanos da vergüenza, al igual que el silencio de
las autoridades Universitarias y, le damos el beneficio de la duda al
Ministerio Publico para que en su momento informe de los hechos y turne a los
presuntos responsables al poder Judicial en donde se determine la culpabilidad
o no de los responsables del insensato evento.
Tres o cuatro compañero de la
jovencita fenecida convocaron a una marcha a la que solo asistieron menos de
veinte personas, ya sea por el amedrentamiento del que fueron objeto, por apatía
o por valemadrismo. Su nefasta justificación es que el que muerto, muerto está
y ni su familiar era. Ya veremos su conducta cuando ocurra algún hecho similar
y le toque a alguno de los suyos. No lo deseo pero suele suceder esporádicamente.
Hoy, por igual, algunos Ciudadanos están convocando a una marcha para protestar
por las multas, justificadas o no, que la Comisión Federal de Electricidad está
imponiendo a todos los que han escamoteado energía eléctrica por conducto de
los coloquialmente llamados diablitos ante los desproporcionados costos de las
tarifas que afectan por igual a ricos que a pobres, pero, la diferencia es que el potentado si
tiene para pagar o mover sus influencias y llegar a un arreglo bajo la mesa y
el necesitado, que se chingue y recaiga en lo mismo una vez que acabe esta
campaña de la mal llamada empresa de calidad mundial o algo parecido; cínicos,
ellos mismos son los que manipulan los medidores a cambio de una mochada y
luego, para quedar bien con el jefe, los denuncian.
Si van más de 50 personas a la marcha
me cortó un dedo y la mitad del otro, como lo he señalado en esta columna que
ni a varilla llega, somos un país de cínicos, agachados y valemadristas. No
todos, el saco es para el que le quede. Hasta la próxima.