miércoles, 8 de febrero de 2012

Anécdotas Carmelitas.. El famoso "Pechito".


Siendo presidente municipal Álvaro Rosiñol Novelo, en la isla  del Carmen, Campeche se vivía la bonanza de la pesca del camarón. Más de 600 barcos que se dedicaban a la pesca del crustáceo generaban una  cuantiosa cantidad de empleos en todas las ramificaciones de empresas y El Carmen era una ciudad tranquila, boyante en su economía y todos sus habitantes se conocían e interactuaban como una  gran familia. Las anécdotas que relataré se remontan a esa época y son del dominio público, en particular, por quienes tuvimos la fortuna de nacer en esta bendita tierra que ya existía desde antes que llegaran los veneros del petróleo con todas las consecuencias positivas y negativas que trajo consigo. Hago la siguiente aclaración toda vez que parece que hay personas que a veces se les olvida y creen que con la explotación del hidrocarburo, como por arte de magia, la isla apareció y con ello su próspero y dilatado desarrollo.

En los bajos del ya desaparecido palacio municipal, donde hoy se encuentra la plaza “7 de agosto”, en el cruzamiento de la calle 22 con 35, una tarde cualquiera de esos años, se encontraban platicando don Álvaro con Carlos Rivas Paoli, entonces comandante de la policía municipal, cuando en medio de los  cines Regis y Rivas, en la calle 26, nuestros personajes en cuestión percibieron  cierto barullo  de personas  y les causo extrañeza por lo que don Carlos llama con una seña a un policía que resguardaba en ese momento la entrada a la sede municipal   y le instruye de esta forma: “oficial Chivardi, vete de inmediato a ver qué está pasando en los cines”, Chivardi, el cual es el apellido del entonces guardián del orden y que me señalan, aun vive, presto y veloz, haciendo la señal militar que indica superioridad, se dirige a cumplir con la tan cardinal orden  regresando a los pocos minutos y emitiendo el parte respectivo:” con la novedad mi comandante que en el Regis están pasando  santo contra las mujeres vampiro y en el Rivas , pepe el toro con Pedro infante y la chorreada”.
Podrá usted, amable lector, imaginar  la cara  de estupefacción que pusieron los dos servidores públicos   quienes al reaccionar, después de tremenda carcajada llego la reprimenda.  Había captado mal la indicación y creyó que  era la cartelera cinematográfica lo que le interesaba a sus superiores.

La siguiente anécdota ocurrió por aquellos años también solo que otro es el protagonista principal de nuestro relato. Se trata del ya fallecido Emilio  Coronado, mejor conocido como “pechito amarillo”.  Hijo de una familia yucateca que tenía un estanquillo  en el sitio que hoy ocupa la papelería “parroquia” , misma que llevaba por nombre “el pecho amarillo”, de ahí su mote.
Al  parecer, padecía de algún tipo de trastorno neurológico aunado a ciertas adicciones, hacían que su comportamiento en ratos se hiciera bipolar y hasta extravagante pero en sus momentos de lucidez, los menos, gustaba de interactuar en los cafés de la desaparecida calzada Juan B. Caldera. Fue un personaje de esos que existen en todos los pueblos de provincia: inofensivo, simpático y ocurrente siendo esta última característica de su personalidad la que lo llevo a meterse  él y a su familia en tremendo lio cuando en una ocasión, volando de la ciudad de México a la isla tuvo la ocurrencia de llamar a la aeromoza del avión en el que viajaba y le hace el comentario siguiente:” señorita, sería tan gentil de preguntarle al piloto si la nave cuenta con suficiente combustible para llegar hasta la habana? “. La mesera del aire, se aterrorizo al pensar que se trataba de un aeropirata, tan de moda en esos años, y rápidamente corrió hacia la cabina para notificarle al capitán de la situación. Esté, siguiendo la normatividad aérea lo reporta a la torre de control y le dan la indicación que vuele directamente hasta la capital de estado, san francisco de Campeche por lo que desvía su ruta y sigue la instrucción.

Mientras, por otra parte, se le informa al ejército  la alarma de un posible secuestrador y en su totalidad sitian el aeropuerto del municipio de Campeche y se ubican los soldados en posición de defensa, tipo película hollywoodense. Mientras tanto, en el avión, entre los pasajeros empezó a despertar sospechas en porque el cambio de ruta y el aterrizaje no era en la isla. Nuestro personaje también se mostraba incrédulo  y mayor fue la sorpresa cuando al aterrizar el aeroplano, se dan cuenta de la presencia de miembros de nuestras gloriosas fuerzas armadas, atrincherados y armados hasta los dientes. “pechito amarillo” se levanta de su asiento  e inspecciona el rostro de los pasajeros creyendo que algún político de alto vuelo viajaba de incognito, y por ello el despliegue militar.


Se detiene la aeronave y suben sigilosamente varios militares dirigiéndose hacia el lugar que ocupaba Emilio a quien apuntan con sus bayonetas y entre gritos, ordenes, empellones y uno que otro golpe, muy  a su estilo y dada la gravedad del asunto logran los militares esposarlo y trasladarlo hasta la base militar en donde, empleándole el “detector de mentiras” de aquellos tiempos, mismo que en la actualidad, en algunos lugares del país y del mundo  todavía tiene vigencia, le aplican un interrogatorio muy al estilo del que su utilizo la noche del 2 de octubre de 1968, para que confesara cuáles eran sus intenciones y a qué grupo terrorista pertenecía.

El pobre “pechito” no se la acababa. Por más que argumentaba, entre tehuacanazo y tehuacanazo que todo era una broma y que el al único grupo que pertenecía era al de los asiduos a la calzada, los militares no paraban en su afán de encontrar alguna célula rojilla o comunista, que en aquellos años eran los malos de malolandia. Para concluir, tuvieron que intervenir las mismas autoridades del municipio del Carmen así como más de una persona influyente en la capital del estado,  además de su atribulada familia explicando que a “pechito” con frecuencia se le botaba la canica, como se dice coloquialmente y que era una persona inofensiva pero muy ocurrente. Después de múltiples gestiones y mil y una vuelta, nuestro protagonista  fue dejado en libertad con las reservas de la ley y entre broma y guasa, degustando una aromática taza de café y fumando incansablemente sus delicados, contaba su anécdota a los parroquianos  que disfrutaban de su peripecia.  Que inolvidables tiempos aquellos.

3 comentarios:

  1. Y no es cierto Joaquinito ?...

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  2. Gracias por compartir estas anécdotas! Las disfruté mucho y me hizo reír hasta casi huixarme jajajaja!

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