El recuerdo más vivo que llega a
la memoria del primo de mi amigo, fue una tarde de los últimos días del mes de
noviembre del año de 1994. La zona de la Puntilla y sus alrededores se
encontraba pletórica de personas de todos los estratos sociales. Algunos
calcularon más de 30 mil, otros menos y los más atrevidos, hasta 50 mil
lugareños que ese día se congregaron en esa zona de la Isla del Carmen,
Campeche, y quienes con su presencia, querían ser testigos de un día histórico
para la ínsula mas importante económicamente del país: la inauguración del
puente “El Zacatal”, mismo que une al Carmen con el macizo continental.

La muchedumbre rebozaba por los
poros júbilo, felicidad y alegría. Un anhelado sueño se cristalizaba y con
ello, muchas expectativas de desarrollo se generaban en los concurrentes. El
Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari llego a bordo de un
helicóptero del otro lado del puente y acompañado por las autoridades estatales
y municipales, a bordo de una camioneta, en la “paila”, atravesó el puente y la
multitud lo colmó de aplausos y vítores. Fue la apoteosis de un gran segmento
de la población que de esta forma agradecía al titular del ejecutivo federal el
cumplimiento a su palabra empeñada, de dotar a la isla del “brazo” que le hacía
falta para quedar completamente comunicada por ambos lados.
El primo de mi amigo, jefe de la
oficina de comunicación social municipal, en compañía del “pool” de prensa
presidencial y diversos comunicadores
locales, estatales, nacionales y extranjeros, estaban ubicados a un lado del
templete de las autoridades y podían ver de frente a la multitud enardecida y
agradecida con Salinas de Gortari por la
construcción del “Zacatal”, puente de más de dos kilómetros (orgullo de
ingeniería netamente mexicana) y tras breves discursos intrascendentes de
agradecimiento, toco el turno al polémico presidente al cual, la aglomeración,
le festejaba cualquier ademan, palabra o gesto.

Es por ello, que quien este
recuerdo llega a su mente, le sigue causando un enigmático sentimiento al
constatar, apenas 50 días después, cómo un pueblo que se le entrego de cuerpo y
mente a Salinas de Gortari, lo convirtió en el villano preferido, en el ex
presidente más odiado en el México contemporáneo y en el causante de todos los
males que aquejaron al país en aquellos años. Sin duda, un caso patológico y
para el análisis antropológico.
La construcción del “Zacatal”,
fue producto de varios factores: el tesón
en la gestión de muchos carmelitas y gente avecindada en la isla; la
urgente necesidad de dotar al Carmen y al Golfo de México del último eslabón que unificara la carretera costera del país pero, la más importante, la
urgente necesidad de librar ese escollo que impedía el desarrollo petrolero en
la isla, la cual es, hoy por hoy, la columna vertebral de la economía del país
y que aun sigue en espera de que la federación le haga justicia y le retribuya
un poco de lo mucho que le ha dado a todo los mexicanos.
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