El pasado 20 de noviembre los tres niveles de gobierno destinaron recursos económicos y humanos en celebrar lo que desde en la escuela nos han engañado haciéndonos creer que ocurrió una revolución en nuestro País. Con el paso de los años y con argumentos de historiadores y especialistas en el tema he llegado a la conclusión que lo que ocurrió fue una revuelta civil que arrojó, según datos oficiales, más de un millón de muertos sin que hasta de hoy se tengan resultados que beneficien a México. Revolución la francesa, la rusa, la de Nicaragua y hasta la de Cuba que lamentablemente se convirtió en una dictadura.
Sufragio efectivo, no reelección... y luego?

El inicio de la anarquía.
La guerra civil se desata en el País y los lideres más relevantes, Zapata, Villa, Obregón, Carranza, se unifican para acabar con el espurio gobierno del chacal Huerta y su ejército porfirista al que derrotan y se reúnen en Aguascalientes, nombran de presidente provisional del País a Eulalio Gutiérrez, mismo que desconocen y se arma de nuevo lo que fue conocido como “la bola”, todos contra todos, es decir, la anarquía. De ahí se dan una serie de traiciones y asesinatos que trajo como resultado: nuevos hombres y nombres en el poder pero con mañas y ambiciones malsanas corregidas y aumentadas.
La guerra de las traiciones.
No podemos omitir el dato de las traiciones y asesinatos: a Madero lo ejecuta Huerta, quien era su ministro de guerra y jefe de su estado mayor presidencial; a Emiliano Zapata, en la hacienda de la Chinameca, el general Guajardo lo asesina a traición siguiendo órdenes de Venustiano Carranza; a Carranza, en Tlazcalantongo, Puebla, en una cabaña rústica, lo acribillan a balazos soldados federalistas por ordenes de Álvaro Obregón; a Obregón, en el restaurante la bombilla lo ejecuta un joven católico de nombre José de León Toral quien con una pistola de diez balas dispara sólo cinco y lo extraño es que en la autopsia oficial, al cadáver de Obregón se le encontraron trece orificios de bala, diez de entrada y tres de salida y, por si faltara algo más raro, de dos diferentes calibres las balas. León Toral es sentenciado al paredón y la vox populi de la época señala a Plutarco Elías Calles como el autor intelectual del asesinato. Quien a hierro mata, a hierro muere. A Obregón también se le atribuyen, con datos fidedignos, las matanzas de Francisco Villa y acompañantes; la masacre de Huizilac, Morelos en donde dan muerte al general Francisco R. Serrano y simpatizantes, por citar los más relevantes.
¿100 años de qué?

Lamentablemente en la actualidad, las autoridades pretendiendo ocultar la descomposición social que vive nuestro País, aprovecha la efeméride del centenario y el 20 de noviembre se convierte en un desfile de burócratas y estudiantes vestidos de deportistas. Mi pregunta, amable lector ¿sirven de algo el despilfarro económico y la parafernalia a los mexicanos más jodidos?
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