Entre ciertos sectores de la llamada sociedad
civil, que etimológicamente es también política (cîvîlis, cîvîle =
ciudadano, político, público, según mi diccionario latín-español), se reproduce
la idea de anular el voto en las próximas elecciones federales. El argumento
más generalizado es que tanto los partidos como los candidatos no son creíbles
o, por lo menos, no son lo que algunos quisieran. Otra consideración semejante,
pero distinta en su esencia, es que la mal llamada clase política ha
expropiado a la sociedad sus derechos civiles (en el sentido de ciudadanos),
para usarlos a su favor en la esfera del poder, de un poder con el que no
cuentan los ciudadanos comunes. Otro razonamiento, que viene fundamentalmente
del anarquismo, es que todo poder y toda jerarquía son, por definición,
autoritarismo e imposición de unos sobre otros (dominación).
Daré por buenas, sin estar de acuerdo,
las anteriores justificaciones para querer anular el voto el próximo primero de
julio. Pero destacaré un problema que ahí está pero no quieren ver ni los anulistas ni
los abstencionistas: que voten o no, alguien ganará la Presidencia, el Senado y
la Cámara de Diputados, aunque sea por un voto sobre sus competidores. Y no
sólo esto, sino que mientras no se cambien la Constitución y las leyes que
determinan y sustentan nuestro sistema político, habrá un gobernante, además de
legisladores. Y esto será así porque en nuestra democracia, tan imperfecta como
se la quiera ver, con un voto se gana. Bien lo dijo López Portillo cuando era
el único candidato presidencial: si voto por mí, gano. Y tenía razón, pues no
había alternativa: ciertamente era el único registrado como tal.
Algunos de los defensores del voto nulo
o de la abstención (que en el contexto son casi sinónimos) sostienen también
que si todos echaran a perder sus votos o se quedaran en su casa el día de la
elección, se demostraría que ni los partidos ni sus candidatos tienen
legitimidad. Pero toca el caso que esto nunca ocurrirá, por alguna de las
siguientes razones: no todo mundo está de acuerdo en abstenerse o en votar
nulo, entre otras cosas porque son militantes de partidos, porque les gustan
uno o varios candidatos, porque pese a no ser una obligación votar, como en
otros países, lo consideran un deber cívico y porque no hay autoridad moral
suficiente entre los anulistas y abstencionistas para convencer a
todos los mexicanos mayores de edad. Metafóricamente se ha hablado delpartido
de la abstención, pero no existe como tal: no todos los que se abstienen lo
hacen por rechazo; muchos lo hacen por apatía o porque el partido de futbol
está muy interesante o porque ese día llovió y no quieren mojarse.
Estos defensores del voto nulo o de la
abstención generalizados como supuesta lección para los políticos en realidad
son víctimas del pensamiento ilusorio (en inglés wishful
thinking), o de una suerte de voluntarismo, más que subjetivo,
solipsista.
En la realidad concreta de cada país y
de sus respectivas elecciones, los partidos existen porque no se ha encontrado
mejor fórmula para proponer alternativas organizadas a lo existente (en el
mejor de los casos), así como candidatos a gobernar y a representar (mal o
bien) los deseos y necesidades de las sociedades complejas en que vivimos. Por
lo mismo, los políticos y los gobernantes también existen; y tanto unos como
otros son también ciudadanos, que hacen política como otros hacen comida, casas
o música (aunque puede haber políticos que cocinen bien, o sean constructores o
toquen el piano; no son actividades excluyentes).
Por lo tanto, les guste o no a muchos
que ven feo a la política y a los políticos, éstos no dejarán de existir y la
representación y el poder no serán eliminados por los buenos o malos deseos de
sus detractores.
Lo mismo se puede decir de aquellos que
se sienten tan puros en su ética y en su ideología que no encuentran, a la
medida de su subjetividad, ningún partido ni candidato que les cuadre. No
me siento representado en ninguno de ellos, suelen decir, para añadir de
inmediato:mejor no voto, o si voy a las urnas anulo mi boleta. La gran paradoja
de quienes así piensan es que con su voto nulo o su abstención le estarán
tendiendo un puente de plata a quienes tienen la sartén por el mango o la
fuerza suficiente para apoderarse de ella, es decir a quienes ya gobiernan o a
quienes gozan de mayores apoyos de los poderes fácticos que controlan los
medios de comunicación y concentran las mayores riquezas del país, de un país
donde el voto se compra incluso con una despensa o con láminas de cartón
enchapopotado. Estos puros e impolutos ciudadanos, henchidos de ética y a
veces de moralina, no quieren aceptar que con su posición favorecen a
quienes tienen ya el poder o la fuerza suficiente para disputarlo en una
realidad donde con un voto se gana.
Asumen, asimismo, que votar por el que
ellos consideran menos malo no es ético ni mucho menos revolucionario
(en el caso de que dichos puros sean revolucionarios), pero no toman
en cuenta que ese que llaman menos malopuede significar cambios que
millones de personas, sobre todo los menos favorecidos de la sociedad, quieren
aunque sea por el famoso peor es nada.
En mi lógica el a veces llamadomenos
malo es el bueno, incluso el mejor que podamos tener bajo ciertas
circunstancias, reales y concretas. Que no es socialista, ¿importa? En el
México de nuestros días muy poca gente aspira o lucha por el socialismo, y aun
así no se ponen de acuerdo en su significado para un país como el nuestro. Es
más lo que se sabe de lo que no se quiere que de lo que realmente se desea.
Una última reflexión: no les vaya a
ocurrir a los anulistas y abstencionistas que por seguir sus
sentimientos antipolíticos se desayunen con la novedad de que los gobierna
quien, al final, resulte candidato del PRI o del PAN, es decir más de lo mismo,
o peor.
Está interesante, un poco agresiva la imagen jaja, pero hay que diferenciar entre sufragar y anular, a simplemente no asistir a la casilla electoral. Ahora considero que aquí en México vivimos en una "dictadura burocrática" o "pséudo-democracia" donde primero votas y después acatas ordenes, a diferencia de que en una dictadura no tienes que mal gastar el tiempo votando. Sería interesante analizar lo que sucedió en Colombia cuando una gran parte de la ciudadanía fue a sufragar y a anular su voto fue un suceso interesante. También no dudo que pasen por alto los votos, la esfera donde se centra el poder en México terminan haciendo lo que se les plazca, no dudo en la teoría de las elecciones pasadas cuando le quitaron la presidencia a AMLO ¿Por qué no abrieron de nuevo las cajas electorales? O la teoría de que Diego Fernandez de Ceballos; canjeó la presidencia por la costa diamante. En estas elecciones cyo votaré por AMLO y comprobaré si mi teoría nuevamente, de si México vive en una democracia adulterada, porque si algo se ha reflejado es que gran parte de la población tienen algo definitivo que hacer en estas elecciones es, el por quién no votar, y si este incauta las elección, Entonces la discusión se centraría en ¿Por qué votar si lo pasan por alto? ¿Qué debemos de hacer para que el pueblo sea respetado? Es mi humilde opinión, y respeto demasiado la opinión de los demás, siempre ha sido polémico y controversia este tema.
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