Maniqueísmo
Político: apuntes para un buen gobierno
Roger Elías Cornelio Sosa
Maniqueísmo.- Religión fundada por el príncipe persa Manes
(216-277) según la cual existen dos principios reguladores del universo, el
Bien y el Mal, que se encuentran en constante lucha y oposición, y a los que
denomina la Luz y las Tinieblas, respectivamente. Tras un largo período de
tiempo, la lucha resultará con la victoria definitiva de la Luz sobre las
Tinieblas.
SAN FRANCISCO DE CAMPECHE, CAM-, A unas cuentas semanas de que
concluyan sus periodos los actuales gobierno estatal y presidentes municipales,
los ciudadanos “conscientes” estamos obligados a hacer un análisis “a
conciencia” de lo que han sido sus administraciones. No todo ha sido malo,
pues, como tampoco todo resultó excelente. Y no se trata de Maniqueísmo puro.
Cierto es que la población en su conjunto podría dividir sus
opiniones. Esto es parte de la pluralidad ideológica, conciencia ciudadana y
libertad de criterio; pues así como hay quienes se sienten conformes con los
resultados, así habrá quienes expresen su molestia y decepción por lo que
consideran una mala administración de sus gobernantes.
Y hay un sector de la población que no tiene interés por
participar en la opinión del desarrollo del país, estado o municipio, por
cualquiera que sea su causa u origen; pero a estos, directa o indirectamente se
les beneficia o se les afecta por las decisiones de gobierno. Así, hay tres
referentes:
• Conformes
• Inconformes
• Apáticos
• Inconformes
• Apáticos
Los primeros (Conformes) serían los que forman parte del grupo
de privilegiados, el sector oficial gobiernista, empleados estatales o
municipales, militantes de su partido, familiares y amigos; o bien quienes, hay
que decirlo, son parte del pueblo que está convencido de que el trabajo de sus
gobernantes ha sido de resultados.
Los segundos (Inconformes) son los ciudadanos informados, que
conocen de administración pública y alcance de los presupuestos; investigan y
comparan la calidad de las acciones, aportan ideas y proponen proyectos,
descubren fraudes y engaños, cuestionan las malas obras y están al pendiente de
las omisiones de sus gobernantes.
Los terceros (Apáticos) son la gran mayoría, que se dedica sólo
a su vida familiar y privada; que se excluyen de las acciones del sector
público. Su entorno es limitado, no les importa qué hace el gobierno, y
desconocen de la participación ciudadana como solución para los problemas
comunitarios.
Una característica que en los lustros recientes se ha enquistado
en algunas de nuestras comunidades –además de la indolencia-, es la crítica
intrascendente y/o a escondidas. Sólo se habla en reuniones familiares o entre
amigos. No se realizan acciones para encauzar esas críticas e inconformidades.
Opiniones temerosas que pondrían en riesgo un beneficio desconocido y a futuro.
No se alcanza a diseñar estrategias –individual o de grupo- que
reflejen propuestas reales para enfrentar y resolver los problemas
comunitarios. Son los que critican todo lo malo y descalifican toda acción
oficial o civil, pero sin aportar ideas ni soluciones por el bienestar
comunitario; sólo están para ellos, privilegian el interés individual por
encima del bien colectivo.
No existe para muchos una definición del significado de
conciencia ciudadana. En cambio, para un reducido pero creciente sector de la
población, SÍ es posible que el ciudadano retome y asuma su responsabilidad en
el quehacer de gobierno. Y no se trata de “estar en contra” de las autoridades,
sino de “sumarse a” los esfuerzos por salir adelante. ¿Así o más claro?
En este contexto no debería existir el maniqueísmo (El Pueblo es
la Luz y el Gobierno la Oscuridad). Lo ideal es la empatía por la causa común,
el bienestar de todos para una sociedad mejor armonizada; causa y origen de
toda forma de gobierno. ¿Es difícil conseguir este propósito, como ideal primigenio
de toda civilización? ¡Por supuesto que sí!
Todo depende de nosotros los ciudadanos, porque el gobierno –que
con el voto elegimos- ya tiene sus propias y muchas tareas. No los dejemos
solos. Que no hagan lo que se les antoje. Hagamos todos a parte que nos
corresponde. Vamos recio pues, porque el tiempo apremia. Seguiremos en el día a
día…
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