Ante tremenda comisión y
conociendo la bipolaridad que caracteriza a los hombres del poder, en este
caso, al alopesico titular del ejecutivo estatal, el primer edil del municipio
convoca, con carácter de urgente, a una reunión de gabinete, asesores,
guachomas, similares y conexos , con el único fin de darle fiel y rápido
cumplimiento al capricho de Azar García. Ante tremenda situación, a alguien se
le ocurrió la idea de mencionar que en la ciudad de Mérida, Yucatán, había un escultor que, aunque no estaba a la
altura de Miguel Ángel, de un Humberto Peraza o del tan de moda, Sebastián,
bien podía contactársele y encomendarle la titánica empresa por lo que después
de mover cielo mar y tierra logran conectar con el modesto escultor cuyo
nombre, por respeto omito, y a quien imploran su ayuda. Este se niega dado la
premura del tiempo y aduciendo además su profesionalismo pero les ofrece una
solución: tiempo atrás le habían encargado un busto del ex gobernador de
Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, el “apóstol rojo de los mayas”, mas nunca se
lo terminaron de pagar y ahí lo conservaba , abandonado, en su taller de
trabajo, que si les interesaba pagaran determinada cantidad y fueran por el,
con la sugerencia que haciéndole algunas adecuaciones a las facciones del
busto, cabía la posibilidad que le dieran algún parecido con Colosio
Una luz ilumino el sendero del
presidente municipal y, en esas ideas que solo las mentes que padecen
minusvalías neuronales se les puede ocurrir, solemne se levanto de su asiento y
señalo: “joako, vayan por el busto de carrillo puerto, paguen lo que pida y se
lo dan a Miguel (buen escultor de patio cuyo apellido materno es de origen
italiano) junto con los materiales que requiera para que Felipe sea Donaldo”.
Más de uno de los presentes se quedo sorprendido ante tan descabellado pensamiento pero al cabildear con los preocupados
asistentes, todos llegaron a la conclusión que era una genialidad la salida al
problema y asunto arreglado. El que paga manda y si se equivoca, pues vuelve a
mandar.
Sin perder el tiempo, una
comisión partió de inmediato a la blanca Mérida, le llegaron al precio al escultor,
mismo que cobro su obra como si fuera una réplica exacta del David y rápido y veloz, el busto del novio de la
periodista alma Reed, también recordada como la peregrina ya se encontraba en
el taller de nuestro amigo, el artista Miguel, mismo que se ubicaba en la
colonia manigua, en un edificio que la erosión ya desapareció.
Pues manos a la obra y acompañado
por unos tragos de vino y algo mas, mismo que sirvió para que la
inspiración llegara a su mente pero,
principalmente, a sus manos, a pasos descomunales logró que su destreza y
habilidad hiciera lo que parecía imposible; Felipe Carrillo Puerto se convirtió
en Luis Donaldo Colosio Murrieta. el mencionado busto fue colocado en el lugar
pactado y permaneció por varios años hasta que el gobierno neo panista de Jorge Rosiñol Abreu , por acuerdo de cabildo, determino que fuera cambiado el nombre
de la avenida y el multicitado busto reubicado a una colonia popular que lleva
el nombre del extinto político, (Colosio, no Carrillo Puerto) en la zona
poniente de la ciudad en donde permanece hasta la actualidad. Justo es
mencionar que nuestro amigo escultor logro darle bastante parecido a su obra y
usted, amigo lector, lo sabe porque lo
conoce, lo vio en muchas ocasiones que transito por la puntilla y el que no,
pues que se dé su vuelta por el parque de la colonia Colosio y llegara a la
misma conclusión que quien esto escribe.
Lo anterior, más que una
anécdota, es parte de la historia contemporánea de nuestra querida isla del Carmen
que por inverosímil que suene ocurrió y
un servidor fue testigo presencial de
todo lo que aquí se relata. Casi una historia similar a la novela y después
hecha película cuya autoría se atribuye al ex gobernador de Veracruz, Miguel Alemán Velazco, “el héroe desconocido” y concluyo con la frase que concluyó la
película: “y el que no crea que este es Luis Donaldo Colosio que vaya a casa de
las que celebran cada diez de mayo”. Palabras más, palabras menos.
Continuaremos con las anécdotas carmelitas.
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