Viviendo en una isla tan hermosa
como la nuestra y no disfrutar de sus playas resulta un disparate. Es por ello
que desde pequeño recuerdo con
frecuencia, que en unión de los amigos o
de la familia, visitaba y divertía en
los litorales de nuestra ínsula, ya fuera en playa norte, Bahamita o la Manigua.
En la actualidad, debido a la pigmentación de mi piel, me podría traer
consecuencias funestas y es por ello que ya no asisto y evito al máximo
exponerme a los rayos solares pero, bueno, no se trata de mencionar mi enfermedad en estas líneas sino de recordar los orígenes
de lo que hoy la comunidad y muchos habitantes
de estados circunvecinos conocen como “Fiesta del Mar”, misma que se
desarrolla durante la primera semana del periodo vacacional de Semana Santa.
En esa temporada la gente
concurre a las playas durante el día a
disfrutar del sol, (muchos pernoctan también)
a convivir con los amigos y seres queridos y a disfrutar de las cálidas
aguas del Golfo de México o de la laguna de términos. De mis años juveniles, mi memoria se remonta a Playa
Norte que era el espacio en donde se
congregaban la mayoría de mis conocidos
y saltan los recuerdos de las lunadas que organizaban los amigos Luis Puch (EPD)
y los “ chubi-chubis” y Memo Portillo y los “chumos”; amigos que se pasaban
toda la semana en ese lugar, acampaban, se divertían y disfrutaban del mar
aderezados con más de una fría cerveza y
un sinfín de comida y botanas. Eran tiempos de tranquilidad y armonía y libre
de contaminación de cualquier especie y aunque se ingería licor, no hay
comparación con las cantidades
industriales que se consumen en la actualidad que le arrojan ganancias
millonarias a las empresas cerveceras y desde luego, a más de uno, sea este
funcionario o pariente de la autoridad en turno.
Fue hasta el año de 1995 cuando
tomo forma y empezó a hacerse de manera ordenada, coordinada e institucional,
es decir, regida bajo normas y reglamentos por el comité de festejos nombrado
por el presidente municipal, en ese entonces, Ricardo Ocampo Fernández quien
designa como su titular a Federico Gutiérrez Ocampo, director de Desarrollo
Económico de esa administración y quien es una persona capaz, visionaria y con
un gran amor por la tierra que lo vio nacer.
Con la crisis económica de
diciembre del 94, el gobierno municipal sufrió un recorte considerable en su
presupuesto aunado a las deudas heredadas por la administración anterior y al
gasto que se había tenido en el carnaval, resultaba todo un desafío la
organización de las actividades recreativas, deportivas y culturales de la
llamada semana mayor por lo que con más
imaginación y voluntad que con recursos monetarios, el comité de festejos
realiza un programa y se dan a la tarea de incluir todas las playas del
municipio, se crea una imagen con logotipo y se le nombra, por primera vez, “
Fiesta del Mar”. Las direcciones de obras y servicios públicos jugaron un papel
fundamental y se realizan acciones como la limpieza de las playas; se
distribuyen más de 200 tanques para el almacenamiento de la basura, se
construyen 28 palapas, se instalan regaderas para los bañistas, se limita, con
troncos de matas de coco, el área de la playa y sus respectivos
estacionamientos, de igual forma, se colocan baños ecológicos y hasta sillas
para salvavidas. En resumen, un evento planificado y organizado.
La juventud carmelita, los
visitantes y en general las familias que asistieron y disfrutaron esos días,
tuvieron la oportunidad de una diversión sana por medio de las actividades
deportivas playeras. Se organizaron competencias de veleros, jet-sky y kajaks.
Rafael Pou, Beto Muñoz, Juan Luis Álvarez, entre otros, con su entusiasmo
lograron la participación de un buen numero de competidores. Los niños también
fueron tomados en cuenta con actividades propias de su edad tales como concurso
de papagayos, construcción de figuras de arena y competencias de vuelos a
control remoto; para la seguridad de los paseantes se tuvo el apoyo de
elementos de la Secretaria de Marina, policía local, Cruz Roja, Bomberos y Cruz
Ámbar, además que se instalaron redes de protección marina para los bañistas,
también hubo dos lanchas que estuvieron al pendiente ante cualquier
contingencia.
No recuerdo si vino algún artista
internacional pero si lo hubo, lo debió haber traído alguna de las empresas
refresqueras participantes, más bien se le dio oportunidad a grupos locales y
regionales y es posible que el gasto
económico no estuvo a cargo de los
contribuyentes y sirvió de parteaguas en actividades de esta índole. Situación
sin emulación en las administraciones posteriores.
El éxito de estos primeros festejos
playeros organizados, en gran medida se debió a que la venta de licor fue
controlada y pocos espacios se dedicaron a su venta. En cambio, se privilegio
la diversión y la seguridad de las familias y visitantes de otros estados que
supieron de esta nueva actividad a
través de publicidad difundida en Villahermosa, Tabasco, Coatzacoalcos,
Veracruz y Mérida, Yucatán. Es pertinente mencionar que muchos de los
visitantes se convirtieron en los
principales promotores de la “Fiesta del Mar” y con ello, un plus para los
prestadores de servicios turísticos locales. No podemos omitir a la madre
naturaleza ya que en esa temporada el rey sol no permite los nubarrones
cargados de agua.
Durante los tres trienios
municipales en que gobernó el partido acción nacional (PAN), se privilegio la
contratación de artistas de talla nacional e internacional erogándose
millonarias sumas de dinero que bien se pudieron haber empleado en obras y
servicios en las colonias populares pero, eso no genera porcentajes de “comisiones”
o a lo mejor sí, mas no tan fácil ni tan rápido. Esperemos que las autoridades
actuales retomen el origen de esta festividad y la vulgaridad, el alcoholismo y
la desintegración social no sigan siendo
las “propietarias” de la fiesta del mar.
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